Crisis a la turca

10/08/2018

Maite Vázquez del Río.

No hay agosto que pase sin tener un sobresalto. Cuando aún colean algunos aspectos de la crisis desatada en 2007-2008, una nueva situación nos lleva a encoger el estómago y los bolsillos. Esta vez es Turquía. Su presidente, Tayyip Erdogan, ha hablado abiertamente de «guerra económica» y ha pedido a sus ciudadanos que saquen todo lo que tienen «bajo la almohada» (dólares, euros, oro…) para cambiarlos por liras turcas. Su objetivo es salvar la moneda nacional, que en un solo día ha perdido un 14% frente al dólar, y en lo que va de año un 35%

¿Quién tiene la culpa? Las conversaciones que mantienen Ankara y Washington podrían encontrarse en el origen del problema. Estando Donald Trump por medio no extraña nada. Ni que vuelva a subir los ya elevados aranceles al aluminio y al acero. Pero esta vez la medida iba contra Turquía, cuya economía está en una de sus horas más bajas.

Desde el Gobierno otomano dan como solución cambiar el modelo económico del país e independizarse la de poítica monetaria, además de reforzar la estabilidad financiera. Y eso, evidentemente, no se puede hacer de la noche a la mañana. Su ministro de Finanzas, Berat Albayrak, cuenta con que la economía turca crezca entre el 3 y el 4% el año que viene y que el déficit público no supere el 4%. Según ha asegurado Albayrak, el país no tiene problemas de liquidez. Por si acaso, Erdogan también cuenta con «Dios y su gente» para salir de la situación.

Lo malo es que lo que ocurra en Turquía afecta a toda Europa. De momento, el BCE ha asegurado que estará vigilante. Esperemos que no lleguen tarde las decisiones, como todo lo que afecta a las instituciones europeas. No puede ignorar que todas las empresas y entidades financieras que estén en Turquía están expuestas. Y en el caso de España, el Banco de Pagos Internacional apunta a los bancos españoles como los más expuestos. En juego están 70.898 millones de euros de las entidades españolas  vinculados con el país otomano, el 36,2% de la exposición de la banca internacional. Y esa cantidad se encuentra en deudas del sector público o su exposición al sector privado turco.

De esta forma los bancos con presencia en el país son los más afectados, con el BBVA a la cabeza, que ya ha recibido su correctivo en la cotización al caer sus acciones un 5,16% dada su relación con el banco turco Garanti, del que posee el 49,85% de su capital.  En situación parecida se encuentra la entidad italiana Unicredit y la francesa BNP Paribas.

Lo que le ha pasado al BBVA, y al sector bancario en general en la Bolsa madrileña también se ha registrado en el resto de las bolsas europeas. Incluso puede que el Ibex haya sido de los índices menos castigados en el huracán originado en Turquía.

Lo cierto es que ni Erdogan ni su ministro de Finanzas han logrado calmar los malos augurios. Al contrario, sus declaraciones elevaron la preocupación, porque para arreglar la situación lo primero que tenían que haber reconocido es que tienen problemas macroeconómicos, y ni por asomo. Solo ha quedado su llamamiento desesperado a la población para que compren liras turcas. La intervención de Trump para confirmar el aumento de aranceles al acero y aluminio turcos ha añadido más leña al incendio.

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