Diferente vara de medir

14/09/2018

Maite Vázquez del Río.

Increíble pero cierto. El revuelo que se ha montado desde que se descubrió que el Master de Cristina Cifuentes había sido un «regalo» no lo ha conseguido si la Gürtel ni los centenares de casos de corrupción conocidos. O eso, o es que el PP sabe muy bien cómo nadar y guardar la ropa, y su oposición es tan fiera como inoperante la ejercida desde la bancada socialista cuando Rajoy era presidente.

En países como Alemania o Reino Unido han sido sonadas las dimisiones de algunos ministros por plagio, borracheras, asuntos de cama, llegar tarde y muy pocos por corrupción. En España parece que los plagios y los másteres «regalados» son lo único que conmueve a la clase política para rasgar todas las vestiduras que hagan falta.

Sin embargo, el último caso, el de la tesis del presidente Pedro Sánchez debería ser objeto de reflexión y hasta de ejemplo para un futuro inmediato. Un ejemplo que se empezó a dar con la marcha de Màxim Huerta y su pasado y resuelto problema con Hacienda o la reciente dimisión de la ministra Montón por un supuesto plagio. ¿Cuántas veces antes habíamos oído hablar de cajas B, sobres y bolsas de balsura llenas de dinero, incidentes de tráfico y todo tipo de corruptelas y no pasaba absolutamente nada? ¿En qué otro país un presidente del Gobierno se ha sentado para declarar ante un Tribunal y tampoco ha pasado nada nada? Y lo más curioso es que a Cifuentes la «tumbó» su problema de cleptomanía, pese a que desde su máster se ha puesto en cuestión alguna universidad del sistema. Casualmente la Universidad Rey Juan Carlos creada supuestamente desde el ámbito del PP para combatir a la izquierdosa Universidad Carlos III de Getafe. Lamentable, pero cierto.

Los ejemplos que ha dado el Gobierno de Sánchez puede decirse que han dejado el listón muy alto para futuros gobiernos, aunque por lo que está sucediendo con otros dirigentes políticos puede que aunque rueden cabezas ahora no parece inmutarles más allá de fortalecer sus críticas. Porque no se puede entender que el líder de la oposición se niegue a mostrar y colgar todo lo que la opinión pública y el resto de los partidos políticos le está pidiendo. Casado solo se los enseñará a los Tribunales y esta táctica del avestruz suena demasiado a la que practicaba su antecesor en la presidencia de Génova. Pero tampoco es menos reconfortante que el líder de Ciudadanos comience a «retocar» su curriculum y ahora se aferre a la semántica para dejar claro que no es doctor de nada, aunque se matriculó y por el dinero pagado pueda poner en su curriculum que es «doctorando». Parece que ni Casado ni Ribera se aplican la misma vara de medir con la que asedian a Pedro Sánchez. Y es que Sánchez también pidió la dimisión de Casado y éste no dimitió.

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