Es evidente que la escalada del precio del petróleo, que supera los 80 dólares el barril tras la reunión de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP)  este fin de semana en Argel, es de nuevo un motor para las acciones de las petroleras, incluida Repsol. Pero también es cierto que en el caso de la compañía que preside Antonio Brufau existen otros factores, como se ha percibido a lo largo de este año.

El viernes, tras conocerse el día anterior al cierre del mercado que la Caixa vendía la totalidad de su participación en la empresa -superior al 9%-, sufrió un retroceso y cerró la jornada a 16,48 euros, tras dejarse un 2,3%. La operación, que implicaba minusvalías para la entidad financiera, creó ciertas interrogantes sobre las posibles causas del movimiento que ponía fin a una alianza de más de 20 años.

Pero ya en la jornada de ayer lunes prevaleció la interpretación de los analistas que apuntan a motivaciones internas de la caja que, como institución bancaria, prioriza los datos y rating relacionados con su principal actividad.

Y también se ha puesto de manifiesto que, en alguna medida, esta operación es una continuación de la salida de Repsol de Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa). Repsol podrá competir con más libertad en el área eléctrica, en donde ya ha dado varios pasos, y en la zonas relacionadas con el gas, que hasta entonces el estaban vedadas para no ser un competidor frente a su participada. Ahora todas esas conexiones están rotas.

En el año la revalorización se acerca al 20% (la cuarta del Ibex), con una capitalización bursátil de 27.470 millones, seguida de CaixaBank y Naturgy. A primera hora de la tarde de este martes 25 de septiembre, Repsol se apuntaba un 2,6% hasta 17,27 euros. Ha cerrado con un alza del 1,5%, hasta 17,03 euros.