El Santander pide un acuerdo público privado para desarrollar los mercados en América Latina

04/07/2011

Salvador Arancibia. El proceso de bancarización de América Latina no puede detenerse porque es básico para que la economía de esa región siga creciendo y aproveche los buenos años que sin duda va a tener. Es la opinión de Francisco Luzón, responsable del Banco Santander para América Latina, quien ha pedido un pacto público privado para desarrollar los mercados financieros en la región.

América Latina es una gran región pero el potencial de crecimiento se concentra en siete países principales: Brasil, México, Chile, Argentina, Colombia, Perú y Uruguay donde reside una gran mayoría de la población y donde, en los últimos años se ha producido una explosión de las ‘clases medias emergentes’ ya que se ha reducido de forma importante el número de personas que vivían por debajo del umbral de la pobreza al tiempo que ha aumentado en casi 80 millones el número de personas que forman parte de las clases sociales más adineradas.

Pero esta fuerte redistribución de la sociedad latinoamericana esconde, en opinión de Francisco Luzón, un hecho o menos inquietante: la desigualdad social sigue siendo muy fuerte en la región, posiblemente la que más en todo el mundo. Por ello ha llamado a que por un lado los gobiernos de los principales países de la zona empiezan a desarrollar políticas redistributivas de forma que contribuyan a los ingresos públicos más quienes más tienen y los estados lleven a cabo políticas sociales de ayuda a los más desfavorecidos.

Para el directivo del Santander si no se acometen estas medidas el proceso de crecimiento económico que experimenta la región puede tener consecuencias  graves para la estabilidad social y el funcionamiento de una economía de mercado moderna.

En paralelo a estas reformas Luzón se mostró partidario de proseguir con la bancarización de los países de América Latina como elemento necesario para proseguir por un lado con el crecimiento económico y por otro para, con la implantación de sistemas financieros sólidos, ir modificando los patrones de crecimiento de dichos países, inclinando la balanza más hacia el crecimiento interno, con mayor consumo y mayor inversión, y no fiando todo a la actividad exterior como viene ocurriendo en estos últimos años.

Según el Banco Santander uno de los grandes retos que tiene el continente es conseguir elevar de manera sustancial el porcentaje del ahorro nacional que se reinvierte en la economía nacional. Y ponen como ejemplo de este escaso porcentaje la diferencia que hay entre lo que ocurre en América Latina y lo que pasa en Asia. En esta última región el porcentaje del PIB que se ha destinado a la inversión en las tres últimas décadas ha sido del 32% mientras que en América Latina ha sido del 21%. Y ello se ha debido a que la tasa de ahorro ha sido sustancialmente más elevada en una zona que en otra, prácticamente el doble en Asia que en América.

Luzón entiende que el sistema financiero en América Latina no tiene un buen cartel porque ha pasado por procesos de crisis muy numerosos, lo que ha conllevado costes directos en operaciones de salvamento muy elevados y, además, ha generado una fuerte desconfianza de los ciudadanos de esos países en la hacia los sistemas financieros. A ello habría que añadir el insuficiente desarrollo de los mercados de capitales latinoamericanos, en los que apenas tiene presencia el sector público como emisor y prácticamente nada el sector privado de la economía a la hora de financiarse a largo plazo.

Por ello, el consejero director general del Santander ha propuesto un pacto público privado para el desarrollo de los sistemas financieros y los mercados de capitales latinoamericanos que de respuesta a las nuevas necesidades de esas sociedades. Este acuerdo incluiría por una parte la creación de mercados de financiación a largo plazo, hoy inexistentes en la práctica en todos esos países, salvo algún mercado bursátil desarrollado como el brasileño o algunos sistemas de fondos de pensiones privados en algunas naciones, y un compromiso de las entidades financieras existentes en la región de proporcionar productos y servicios bancarios a “precios justos y razonables”.

El acuerdo pasaría porque los países mantuvieran políticas macroeconómicas ortodoxas y sostenibles en el tiempo para lo que es absolutamente necesario que se mejore la regulación micro y macro prudencial; evitar burbujas en los precios de los activos y políticas de restricción del crédito para equilibrar las economías con fuertes crecimientos. Junto a ello las entidades financieras deberían  comprometerse a ayudar a un crecimiento “sano y equilibrado de la intermediación con todos los colectivos económicos: empresas, particulares…. Ello debería ir acompañado de,» según Luzón, una “rentabilidad justa y ajustada al riesgo de cada colectivo” y de medidas que impidieran un excesivo endeudamiento de empresas y familias”.

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