Crónica de un club fundado por comerciantes catalanes

19/10/2018

Miguel Ángel Valero. "Ser del Madrid es como pasear a caballo por las aceras de la vida", proclaman los hermanos Del Riego Anta en "La biblia blanca".

Habrá hasta quien le parezca casi una blasfemia, pero Ángel y Marta del Riego Anta aciertan en «La biblia blanca. Historia sagrada del Real Madrid» (Roca Editorial, 348 páginas, con prólogos de Jorge Bustos y Paco Santas, Hughes) al combinar textos bíblicos con la historia de un club fundado en 1902 por unos comerciantes catalanes, los hermanos Padrós, tan olvidados que hasta es complicado encontrar la descuidadísima tumba del primer presidente, Carlos Padrós, en la Sacramental de San Justo.

Aunque en el libro, en realidad, eso es la Prehistoria. Porque la verdadera historia del Real Madrid comienza con Santiago Bernabéu, «único dios verdadero del madridismo», cuyo nombre bautiza el estadio y al que «se le invoca en las crisis de identidad del club».

Lo más interesante del libro no es tanto la historia, como lo que subyace en  esa religión que es el madridismo. Porque «ser del Madrid es como pasear a caballo por las aceras de la vida. Los demás están por debajo y uno les puede sonreír con condescendencia. Y eso lo saben los niños y los mendigos. Sobre todo ellos».

Y las reflexiones sobre el miedo escénico en el estadio del Madrid. «El jugador no sabe lo que el silencio del estadio significa», escriben los autores. «Ese silencio, de cine mudo, es una prueba para el jugador, porque sus errores, su técnica o su falta de clase, están desamparados ante 81.000 personas que callan y escrutan hasta el más mínimo gesto», añaden.

«El Bernabéu es condescendiente y cruel, vanidoso cuando no tiene otra cosa que hacer; aplaude sus propios aplausos y se mira de reojo en el espejo de la historia. Solo se afina y se simplifica, se sincera y se convierte en un rugido, cuando las cosas van mal y el equipo lo necesita. El resto del tiempo, flota sobre el partido; atrabiliario a veces y desinteresado otras», explican Ángel del Riego y su hermana Marta, ambos periodistas y escritores.

«Chamartín es un teatro donde se escudriña al jugador hasta comprender el peso mismo de su sangre», subrayan.

Los autores de «La biblia blanca» aportan una castiza interpretación a la fe madridista. «El castizo madridista cree estar en el centro del universo», «eco de aquellas conquistas castellanas que convirtieron la mitad del mundo en la sala de estar de España»,

Como escribe Josep Pla, catalán, por supuesto, «la Cibeles es, en esta ciudad, un símbolo; un símbolo de qué, no se sabe muy bien y, por lo tanto, un símbolo máximo». Por supuesto, es el lugar de celebración de los éxitos del Real Madrid.

«Para el castizo, el Madrid es la demostración palpable de la inexistencia de cualquier sentido de las cosas«, porque «el castizo viene de un pasado imperial, perfecto y puro, y le exige al presente que esté a la altura«.

Y una gran verdad: «Cuanto menor rango tenga la provincia dentro del entramado sentimental español, mayor será el índice de madridistas». Porque «así funciona el Madrid. Como un horizonte. Una dinastía de soles que iluminaron lo que antes era miserable».

 

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