Axesor, que ha estrenado sus calificaciones soberanas con un rating sobre el Reino de España, destaca que la economía española se mantiene en fase expansiva, liderando el crecimiento europeo por el empuje del consumo interno, aunque con vulnerabilidades derivadas de la ralentización del comercio exterior, la elevada tasa de paro, la deuda externa, los desequilibrios presupuestarios y la inestabilidad política.

La calificación otorgada refleja la «elevada diversificación» de la economía española y el «sólido crecimiento» del PIB real, por lo que considera que aún existe recorrido suficiente para continuar liderando el crecimiento de la UE, apoyado sobre todo en la demanda interna, tanto por el mantenimiento del consumo privado como por la reactivación del consumo público.

No obstante, para 2018 y 2019 prevé un ajuste de los ritmos de crecimiento con tasas respectivas del 2,7% y el 2,4%, fundamentalmente por el retroceso de la balanza por cuenta corriente, dado el agotamiento de los principales socios comerciales, las tensiones arancelarias, la apreciación del euro y los riesgos latentes por la situación política en Italia o las crisis que afectan a los países emergentes, especialmente Turquía y Argentina.

A esto se suma se la moderación del turismo puesta de manifiesto tras el cierre de la temporada estival, este sector generó 2017 en torno al 15% del PIB y del empleo.

Consolidación fiscal y el «freno» del desempleo

Según Axesor, el sector público se mantiene como una de las principales vulnerabilidades. «La sostenibilidad de las finanzas públicas continúa amenazando el crecimiento económico, con un déficit estructural estancado y unos niveles de deuda pública que acentúan la vulnerabilidad financiera», advierte.

No obstante, valora el esfuerzo de consolidación fiscal mostrado hasta la fecha, ya que permitirá la salida del Protocolo de Déficit Excesivo (PDE) en un corto plazo, siendo destacable además la estructura de la deuda y la mejora de la vida media de las emisiones hasta los 7,5 años. Eso sí, observa con «preocupación» el cada vez mayor volumen de recursos presupuestarios destinados al servicio de la deuda.

En este sentido, apunta que la Administración General del Estado destina una tercera parte de los ingresos presupuestarios a satisfacer las amortizaciones programadas de la deuda y la carga financiera asociada, situación que puede verse agravada en un futuro con la materialización del cambio en la política monetaria del BCE.

De igual forma, indica que el crecimiento económico sostenido de los últimos años ha favorecido la recuperación del mercado laboral, generando más de 2,7 millones de nuevas afiliaciones a la Seguridad Social. Así, augura que la recuperación de los sectores de servicios, industria y construcción continuará beneficiando la generación del empleo, con una tasa de paro que prevé continúe reduciéndose hasta el 15,2% y 13,2% en 2018 y 2019. respectivamente.

En todo caso, advierte de que el paro continúa siendo uno de los principales desafíos de la economía española, especialmente en lo referido a desempleo juvenil y a parados de larga duración, con una tasa que se mantiene dentro de los rangos más elevados de la UE, tan solo por detrás de Grecia.

«Esta situación supone un freno al crecimiento potencial de la economía, ya que desincentiva la inversión en capital humano y afecta negativamente a la productividad, haciéndose necesaria la adopción de nuevas medidas que ayuden a paliar el problema del desempleo estructural», avisa.

La delbilidad gubernamental, negativa para el crecimiento

Asimismo, señala que la situación gubernamental continúa siendo una de las principales vulnerabilidades para el crecimiento económico, básicamente por la amenaza que supone para las decisiones de inversión empresarial un Parlamento fragmentado que «dificulta la aprobación de los PGE y acentúa las posibilidades de convocatoria de elecciones antes de la finalización de la legislatura».

De otro lado, añade que la mejora de la competitividad ha permitido la recuperación de la posición comercial con el exterior, principalmente con los socios comunitarios, con una balanza por cuenta corriente que encadena seis años consecutivos de superávits.

No obstante, ve «previsible» que en 2018 y 2019 se modere el dinamismo de la balanza hasta el 1,2% y el 0,9%, respectivamente, por la observada ralentización del ritmo de exportaciones y la recuperación de las importaciones, si bien la ganancia de competitividad del pasado permitirá mantener el dinamismo del sector exterior una vez se disipen algunas de las vulnerabilidades externas.

Respecto al sistema financiero subraya que la reestructuración acometida ha mejorado sus fundamentales, reduciendo el riesgo para el rating soberano. «La limpieza de balances y las políticas de negocio prudentes han permitido la reducción de la morosidad, si bien los niveles de morosidad, rentabilidad y liquidez continúan distantes de los mostrados por sus principales homólogos», recalca.

También muestra su preocupación por el agravamiento de la tasa de dependencia, que en 2018 asciende al 53% (30% si se considera solo la población mayor de 65 años), por encima de los niveles precrisis, mientras que la tasa de crecimiento continúa mostrando un saldo vegetativo negativo, con una tasa de mortalidad en ascenso. Por ello, urge a reformar el actual sistema de pensiones.