Personalidades disociadas

14/11/2018

Luis Díez.

La disociación es una forma de argumentación tan frecuente en política como las “puertas giratorias” entre lo público y lo privado. En no lejanos tiempos, la vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, disociaba al Rajoy presidente de gobierno del Rajoy presidente del partido para negar su responsabilidad como gobernante en los casos de corrupción que le afectaban como dirigente del PP. Esa misma disociación ha permitido al nuevo líder conservador formular en el último pleno del Congreso la pregunta, no exenta de ironía, de si el presidente está de acuerdo con Pedro Sánchez cuando decía que si no se aprobaban los Presupuestos del Estado para 2018, al presidente Rajoy sólo le quedaban dos caminos: dimitir o presentar una cuestión de confianza.

Le respondió el Sánchez presidente del Gobierno recordando que el último Presupuesto de Rajoy (y Cristoba Montoro) fue presentado con varios meses de retraso, es decir, en marzo pasado, de modo que “tengo cinco meses de plazo, pero no se preocupe, los presentaré antes de fin de año”.

La respuesta fue lo de menos, pues lo interesante para Casado era abundar en la disociación de personalidad de Sánchez y ofrecer a sus seguidores el mismo disco o argumentario entre el Sánchez que apoyaba a Rajoy frente a los independentistas catalanes y el que pacta con ellos, el que llamaba reaccionario y supremacista al presidente catalán Torra y el que le da 1.600 millones de euros y se reúne con él, el que veía delito de “rebelión” y ya no lo ve. Casado mantuvo el estribillo de la rumba: elecciones para librarse de los dos Sánchez.

“No sé qué prisa tiene usted en perder las elecciones”, le contestó el jefe del Gobierno antes de apelar a la imposibilidad física de soplar y sorber a la vez. De un lado le acusan (PP y Ciudadanos) de “romper España” y de otro (los nacionalistas catalanes) de sojuzgar a Cataluña. En realidad, los causantes de la tensión poco o nada ayudan a resolver el problema y restablecer la convivencia. Sánchez volvió a pedir lealtad y sentido de Estado a Casado. “Si no, lo pagarán en las urnas”, le dijo. Y no olvidó mencionar las medidas sociales acordadas con Podemos para situar a los nacionalistas catalanes, a los que no citó, ante su responsabilidad si no las apoyan.

Además de esa disociación tan frecuente en los políticos, introdujo la diputada gallega de Podemos, Yolanda Díaz, otro fenómeno habitual, el de las puertas giratorias, al preguntar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, por los intereses del exministro Pedro Morenés en dotar a las nuevas fragatas para la Armada de un sistema de misiles nuevo que favorecía a la empresa de la que el propio Morenés había sido alto directivo y consejero antes de ser nombrado ministro.

La cuestión es que, según la diputada, el nuevo sistema de armas motivo un retraso de dos años en la construcción de las fragatas, con el consiguiente daño al empleo en los astilleros de Navantia en Ferrol, agravado por la pérdida del contrato de las corbetas para Brasil. Lo curioso fue que mientras la Armada propuso y defendió que se mantuviera el sistema de misiles Satandard 2 del que están dotadas las F-100 y que les proporciona una capacidad antiaérea de primer nivel mundial a un precio razonable, la sucesora de Morenés en Defensa, María Dolores de Cospedal, asumió el encargo de un informe a MBDE (la empresa de la que Morenés fue directivo y que participa en la compañía fabricante de los nuevos misiles) por 9,5 millones de euros. La diputada pidió a la actual ministra Robles que ponga el caso en manos de la Fiscalía Anticorrupción. Pero Robles, turris burris; con la suspensión de ese contrato y la aceptación del informe de la Armada se dio por satisfecha. Por algo la defensa nacional (además de secreta) es política de Estado.

 

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