La crisis que atraviesa Dia, que se reveló cuando anunció que no iba a cumplir sus objetivos de beneficio, parece que sólo ha dado los primeros pasos. Al desplome en Bolsa, que le lleva a caer cerca del 90% en el año, se une los problemas financieros y de liquidez, que afectan ya a las relaciones con los proveedores. Y como esta situación transciende a los inversores, las acciones se hunden más y le han puesto además en la pista de salida del Ibex.

Si bien todos los temas están relacionados, el peligro que este conjunto de circunstancias le dificulten su funcionamiento es el que más preocupa a sindicatos y a la banca. Los acreedores quieren que el primer accionista de la cadena de supermercados se pronuncie sobre sus planes y si está dispuesto a participar en una ampliación de capital.

El problema es que si Mijail Fridman, primer accionista con el 29,9% de la empresa, acude a la operación fácilmente superará ese porcentaje, lo que le obligaría a lanzar una opa a la cadena. Y ahora, con la cotización de Dia, en el entorno de los  0,5 euros por título, no le interesa la operación ya que debería pagar al precio que realizó la compra del último paquete de la sociedad.

La banca, en este entorno, no está dispuesta a tener abierto el grifo de la liquidez, y también está interesada en conocer los planes del empresario ruso respecto a la dirección de la compañía. La salida, no prevista, de Stephan DuCharme, se ha sumado a las dudas sobre la situación del grupo.

La explicación dada ala Comisión Nacional del Mercado de Valores es que la dimisión estaba motivada por el objetivo de centrar su trabajo desde Letterone, sociedad a través de la que Fridman participa en Dia, así como en el diseño de un plan para la empresa a largo plazo.