La suerte de ser un hombre bueno

21/12/2018

Maite Vázquez del Río.

Mariano Guindal ha presentado su «penúltimo» libro: «Un hombre con buena suerte». Como estamos en un diario digital dedicado fundamentalmente al mundo económico, cabe decir que Mariano Guindal representa la esencia del periodismo económico de la transición, una reputación ganada a base de mucho esfuerzo, tesón y trabajo. Como él solo hay un puñado de grandes profesionales poco conocidos para la sociedad porque escribían de economía y no sobre la prensa del corazón.

Reconozco que soy una de las personas afortunadas que pudo compartir sala de redacción con el que yo entonces decía que era un «descamisado de  Eva Perón», porque Mariano acudía raudo a la redacción para escribir todas las noticias que había recogido en su periplo matinal, y con media camisa dentro y media camisa fuera se apresuraba a escribir en su máquina Olivetti las noticias en el lenguaje más sencillo y comprensible para los españoles a los que en aquel entonces hablar de economía resultaba algo incomprensible. A mediados de los 80 hablar de inflación, de tasa de paro o actividad, de energía nuclear o conocer las tripas de las grandes empresas o bancos era una tarea casi más didáctica que informativa.

Guindal, con su pelo revuelto y sus mangas de camisa remangadas se ponía manos a la obra, en esa época en la que los españoles oímos por primera vez hablar del IRPF y a hacer la declaración de la renta.

Con el tiempo nuestros pasos profesionales nos cambiaron a otras redacciones, aunque afortunadamente coincidimos en cientos de actos informativos… allí estaba él micrófono en mano queriendo ser el primero en preguntar sus «tres preguntas», olvidándose de cargos, de libros publicados, del reconocimiento profesional, en busca como la primera vez de la noticia.

En su biografía, nos habla de los últimos estertores de la España franquista, de la España de la transición donde todos parecieron empujar en la misma dirección, hasta llegar a la España de 2018, donde todo parece empezar a desmoronarse. En sus casi 600 páginas hace un lúcido relato de lo que se ha cocido en nuestro país entre los poderes políticos y económicos, en la lucha sindical, los grandes movimientos sociales, en la aparición de las multinacionales españolas o de los grandes bancos, algunos de los cuales ocupan puestos de liderazgo a nivel mundial. Una España que en 50 años ha logrado convertirse en una potencia mundial y en la que llevamos varias décadas hablando de la calidad de vida.

Pero también nos habla de la España del hambre, de la marcha de familias de la España rural a las ciudades que ellos mismos fueron agrandando hasta hacerlas tan grandes como son ahora. Nos habla de la pillería de la supervivencia, mientras nos muestra el canibalismo de los corruptos sin límites y ensalza a aquella generación silenciosa de los abuelos y padres de la posguerra sin los que hoy no seríamos lo que somos. Ellos nos enseñaron a superar el hambre, las adversidades, mientras nos educaban en la honradez y lealtad, en el trabajo y en el esfuerzo. Esos valores han sido el éxito de la generación de la transición, unos valores que con el paso de los años sirvieron de carnaza para los más «listos» del panorama político y económico.

Mariano siempre compartió esos principios de honradez, lealtad, trabajo, sacrificio… pero sobre todo nos muestra que en este mundo de depredadores, de envidias, de puñaladas traperas, de malos compañeros, malos políticos y malas personas también se puede ser un hombre de éxito siendo un hombre bueno. ¿Quieres ser rico o tener muchos amigos? Mariano eligió tener amigos y vivir la vida intensamente. Ni en la adversidad de la enfermedad ha perdido su esencia. Y quienes le conocemos podemos asegurar que tenemos la suerte de ser amigos de un hombre bueno.

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