La economía española es una de las que registra un nivel más bajo de competitividad desde el punto de vista fiscal, según el ranking elaborado por la estadounidense Tax Foundation y distribuido por el Foro de Regulación Inteligente, que sitúa a España en el puesto 27 entre los 35 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El índice presta atención a cuarenta parámetros, agrupados en cinco grandes categorías, incluyendo Impuesto de Sociedades, Impuesto sobre la Renta, Impuestos al Consumo, Impuestos sobre la Propiedad y regulaciones del tratamiento fiscal de rentas y beneficios obtenidos en el extranjero.

En el caso de España, en el agregado general obtiene una puntuación de 57,4 enteros, solo por delante de países como México (57,2), Grecia (51,9), Israel (51,7), Chile (48,3), Portugal (48,2), Polonia (47,7), Italia (46,9) y de Francia (41,4).

Entre las distintas categorías que componen el índice de Tax Foundation, España logra los mejores puestos en Impuestos al Consumo (15), Impuesto sobre la Renta (18) y Tratamiento de rentas internacionales (19), mientras los peores resultados corresponden a Impuesto de Sociedades (26) e Impuestos sobre la Propiedad (31).

En el extremo opuesto, por quinto año consecutivo Estonia figura como el país más competitivo fiscalmente de toda la OCDE, con 100 puntos, liderando las categorías de Impuesto de Sociedades, Impuesto sobre la Renta e Impuestos sobre la Propiedad, mientras aparece como la sexta economía más competitiva en Tratamiento de rentas internacionales y la novena en el apartado de Impuestos al Consumo.

Por detrás de Estonia, las economías fiscalmente más competitivas de la OCDE en 2018 son Letonia, con 86 puntos; Nueva Zelanda, con 83 puntos; Luxemburgo, con 80,5 puntos; y Países Bajos, con 77,5 puntos.