‘Acreedores’: Purísimo Strindberg

18/01/2019

Luis M. del Amo. La compañía Calibán Teatro acierta de nuevo al montar un excepcional texto del autor sueco.

Acreedores, el genial texto de Strindberg que puede verse este viernes representado por última vez en Madrid por Caliban Teatro, constituye un brillante ejemplo de acción basada casi exclusivamente en los diálogos. Y ofrece al espectador la oportunidad de gozar de la interpretación del actor José Emilio Vera, uno de los puntos fuertes del montaje.

El montaje, dirigido por Andrés Rus, parte de una adaptación a cargo de Elda García, también actriz a la sazón, y muy vinculada a la lengua y cultura suecas. En el capítulo de intérpretes, completa el trío Chema Coloma, en un nuevo trabajo con los Calibán, tras su brillante secundario en La extraña pareja, el montaje femenino de la comedia de Neil Simon con el cual consiguió gran éxito la compañía.

En esta ocasión Rus y García escogen la obra del sueco, polifacético artista, misógino, esquizofrénico, y uno de máximos exponentes de la renovación teatral de finales del XIX, y que pone sobre las tablas la ardiente relación que se establece entre sus tres protagonistas, una escritora, su marido y un tercer hombre, que irrumpe como un desconocido en la vida del marido, artista plástico, para trastocar definitivamente la vida de los tres.

La versión de Rus y la adaptación de García ha actualizado muy eficientemente el texto de Strindberg, cambiando ligeramente profesiones y algunos detalles de la acción. No hay tiempo aquí para ahondar en este tema; baste con decir lo que en general sirve para cualquier actualización: aquello que se gana en actualidad, suele perderse en perspectiva.

El primer acto – o mejor dicho escena porque Strindberg habla en su libreto de un ‘acto único’ – es sencillamente magnífico. Una dialéctica de enorme profundidad, que cala en las relaciones humanas, en sus entresijos y motivaciones, con una hondura y claridad absolutamente magistrales.

En ese contexto, se mueve como pez en el agua José Emilio Vera, en el papel de Gustaf, un actor muy hecho, que devuelve con gran solvencia cada una de las pelotas que le tira el autor, ofreciendo muestra de una gran amplitud de registro, gracias al dominio de su cuerpo y de su voz. Un auténtico triunfo, y casi tres cuartos de hora de auténtico y continuado goce para el espectador, emplazado a escasos metros del escenario en la pequeña sala Nueve Norte de Madrid.

El problema viene después. Y está relacionado por un lado con las expectativas tan altas que siembra el primer acto (o escena); como también con ciertos desajustes, subsanables, en mi opinión. No hay tiempo aquí para analizar la cuestión en detalle. Tan solo apuntar por ejemplo la falta de contraste que muestra la actitud del personaje femenino en su relación con el marido y el ‘tercer hombre’. Y ello a pesar de que Strindberg es claro en ese punto, cuando nos mueve, en una de sus acotaciones, a mostrar ‘embarazo’ la actriz en la escena de los pendientes, por ejemplo; sin que llegue este embarazo a aparecer, en mi opinión, en el montaje de Rus.

Una lástima, pues, si la compañía acierta a darle cauce a esos desajustes, podríamos estar delante de uno de los montajes importantes del año en el circuito alternativo; y más allá incluso.

Muy recomendable.

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