Divide y perderás

18/01/2019

Maite Vázquez del Río.

El acuerdo de Íñigo Errejón con Manuela Carmena para repartirse en las elecciones de este año la Comunidad y el Ayuntamiento no es más que una muestra más de cómo ha funcionado la izquierda siempre.

En su primera entrevista tras conocerse la decisión (en la Cadena Ser), Errejón por primera vez se mostraba titubeante y algunas veces la voz parecía no poderle salir de la garganta. Las preguntas que le estaban haciendo parecía como si por primera vez se estuviera dando cuenta de la magnitud de lo que acababa de hacer. Y un día después, la respuesta de sus hasta ayer compañeros y amigos confirmaba sus titubeos. Muchos compañeros de Podemos le piden que abandone el escaño, otros -como Pablo Echenique- asegura que en su caso (el de Errejón) hubiera dimitido «pero de algo tendrá que vivier hasta mayo»; la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero, dada por seguro que «ha dinamitado todos los puentes». Muchos de los que la hemos escuchado pensábamos que estaba hablando por Pablo Iglesias, hasta hace un año su compañero fundador y amigo de cañas.

En fin, que una vez más un partido de izquierdas se desmorona con las elecciones a la vuelta de la esquina. Errejón ha dado el paso pensando en lo sucedido en Andalucía; Iglesias solo piensa en la disciplina de partido, aunque por su posición absolutista más bien parece que el que no le aplaude las ideas se va. Y así han desaparecido Álvarez, Bescansa y ahora Errejón. Si reconoce sus errores, es tres después de que por su tozudez gobernara Mariano Rajoy, y aún así ese «error» según él no pareció muy grave.

Si la política nueva es nada más recién llegado pedir una vicepresidencia, o ya con años de experiencia parlamentaria y por su cuenta y riesgo a entrevistarse con los independentistas de ERC y PdeCAT para hablar en nombre de un gobierno que no le nombro emisario ni portavoz… pues vemos la muestra del que en sus primeras apariciones hablaba de casta y criticaba los chalets de los de la casta para una legislatura después tener chalet y considerar que aquel de su grupo que no le aplaude todo lo que dice debe dejar de percibir la remuneración. Muchos de Podemos, empezando por Pablo Iglesias, ya han dejado sus camisetas y visten con traje y a veces hasta se ponen corbata… ¡como los de la casta! paseando por el Congreso de los Diputados como «nueva casta», un poco más desaliñada, pero con los mismos objetivos personales.

La otra izquierda, la de los socialistas, no les va a la zaga a Podemos. La lucha interna socialista hizo que Sánchez se fuera para luego volver, pero en el camino se han quedado muchas heridas abiertas. La pérdida de Andalucía ha puesto de manifesto que las heridas seguirán por más que intenten ocultarla. Sánchez está empeñado -como Iglesias- en que desaparezcan los que no están de acuerdo con él, y aún quedan…

Y en el PCE-IU la marcha de Alberto Garzón debilitó aun más las posiciones de la coalición. Pero Julio Llamazares se opuso desde un principio creando su propia corriente alternativa. Ahora Garzón le pide a Llamazares que deje de pertenecer a IU. Vamos como Iglesias con Errejón.

Así las cosas, y con las elecciones municipales y en la mayoría de las autonomías en mayo será difícil que la izquierda pueda avanzar en su promesa de restaurar el Estado de Bienestar, recomponer los huecos dejados por los recortes y hacer creer en la ilusión de que volverá a recuperarse la clase media, que los jóvenes encontrarán empleo y que volverán los tiempos de vinos y rosas.

Ni que decir tiene que PP, Ciudadanos y el nuevo actor en la platea, VOX, aplauden tanta división. La división de la izquierda les hace más fuertes. Pablo Casado ya habla de volver a La Moncloa y volver a reinar en la mayoría de comunidades y ayuntamientos. De momento, está siendo aconsejado por José María Aznar, y recuperando viejos «elefantes» como Esperanza Aguirre… y todo como si la corrupción que protagonizaron muchos altos cargos de su partido no fuera con ellos.

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