La suerte está echada. Alea jacta est. Pedro Sánchez, el presidente surgido de una moción de censura, no ha podido «aguantar» más de nueve meses ante la imposibilidad de poder gobernar con unos «socios» que iban a lo suyo. Unos con su erre que erre por la autodeterminación, en eso consistía su diálogo; y otros en su pulso por dejar de perder votos y adelantar al PSOE por la izquierda. No se podía gobernar esa asociación y mucho menos España.

El 28 de abril se verá si ha servido para algo. De momento, el solo anuncio de convocar elecciones generales ha sido bien acogido por la Bolsa, que ha subido un 2% después de verse afectada por tantas idas y venidas de un diálogo con los independentistas catalanes que llegó a rozar el ridículo del relator. Tal vez los inversores crean que así podrán dejar arrinconada la idea del gobierno socialista de poner un impuesto a la compra de acciones o quizá hayan visto que la única solución está en las urnas para salir del desgobierno. Y los bancos son los valores que más han subido, después de verse «acorralados» por las hipotecas y demás impuestos anunciados.

Una alegría que también comparten algunos porque la situación de ingobernabilidad ha terminado, además de los dirigientes de los partidos de la oposición que se ven capaces de cambiar las tornas y llegar a gobernar.

Los que no lo tienen tan claro son aquellos que esperaban mucho de las promesas de Sánchez, como los dependientes, los parados, los sistemas educativos y sanitarios… o aquellos que vieron truncadas algunas de sus libertades con la llamada ley mordaza de Mariano Rajoy. También tienen miedo los pensionistas, que pese a que este año han visto revalizadas sus pensiones todavía creen que su mejora es insuficiente, pero a saber quién volverá a gobernar para que no les lleguen nuevos recortes. Los anuncios catastrofistas de que el sistema se irá al garete es una buena coartada para sacar de nuevo las tijeras.

Sin embargo, con el nuevo panorama de partidos político (ya no son dos, sino cuatro los que aspiran a gobernar) el temor gana fundamento. ¿Se repetirá el tripartito que hay en Andalucía, con Vox como punto de inflexión, ante las reformas que se necesitan emprender para intentar que la desaceleración económica no nos pille de lleno? No hay que olvidar que nuestros socios europeos ya empiezan a ver los primeros síntomas de alarma: Italia entró en recesión y Alemania cerró en 0 su crecimiento del PIB del último trimestre.

¿Y si el PSOE vuelve a tener la oportunidad de gobernar pero necesitando a Unidos Podemos y a los partidos nacionalistas, incluidos los catalanes? ¿Se repetería el mismo desgobierno de España?. Las primeras encuestas dan como partido más votado al PSOE, pero eso no es garantía de nada. Si no que se lo pregunten a Susana Díaz. El PP bajaría en votos, pero sería el más votado de los partidos de derecha, por delante de Ciudadanos y de Vox, que aún está por ver si logra representación, aunque contará con cerca de dos millones de votos.

Lo más deseado sería que los españoles tuviéramos un gobierno estable, capaz de sacar adelante leyes y reformas de toda índole y los presupuestos, pensando en todo momento en las necesidades de los ciudadanos y de la economía española para eludir una nueva crisis. Pero la situación está muy fragmentada y seguirá estándolo por décadas y décadas. ¿Y cómo se solucionará el problema de Cataluña? ¿Con el artículo 155 de la Constitución, como proponen los partidos de derecha o con el diálogo y el respeto a la Constitución como proponen los partidos de izquierda?

En definitiva, la incertidumbre política nos seguirá aprisionando, afectando a inversores y a empresarios que quieran contratar tanto nuevos negocios como a trabajadores, y a los ciudadanos que no sabremos por dónde soplarán los vientos. Si nos gobiernan igual, seguiremos igual, viviremos en la incertidumbre sin saber hacia dónde vamos.

Visto lo visto gana el miedo, porque la alegría será demasiado pasajera.