Con el final de la legislatura (el 28 de febrero concluye el último pleno) llega un tiempo de duda y angustia para quienes aspiran a seguir prestando sus inveterados servicios a la patria. Es el zafarrancho de las listas. Duda sobre si repetirán en los puestos de cabeza de las candidaturas y angustia por la incertidumbre del futuro. Ya se sabe que los líderes y comités de los partidos son despiadados y raramente agradecen los servicios prestados. Muchos diputados de oficio, los incombustibles, pasarán a mejor vida como material de archivo, acaso digno de estudio de algún doctorando. Son los impresentables en la noble acepción del término, por muy vistos o gastados.
Ya en la penúltima legislatura se emberrechinó Celia Villalobos porque la relegaron al segundo puesto de la lista del PP por Málaga. Horas antes de anunciar que no repetirá de candidata dijo estar “jodida”, lo que algunos interpretaron como la sensación lógica del desacuerdo de la comisión del Pacto de Toledo sobre las pensiones. En realidad ya sabía que su partido y C’s no iban a dar esa baza a Pedro Sánchez y su ministra Valerio, aunque luego cargaran contra Podemos. La esposa del consejero aúlico y bien pagado Pedro Arriola estaba fastidiada porque después de 37 años de diputada, diez legislaturas entre pecho y espalda, va a ser relevada y se dedicará “a otra cosa”. No piensen que es jubilable. Siempre habrá una tertulia televisiva de pago para dar la monserga sobre las vacas locas o lo que sea menester, que desparpajo no falta.
Y quien dice tertulia, dice consejo de administración, a poder ser de una compañía eléctrica, que son las que más pagan. Hay que servir a la patria. Por cierto que Fenosa (ahora se llama Naturgy Energy Group) lleva bloqueando desde hace un mes la apertura de un establecimiento de restauración omañés (leonés) en la calle Jovellanos de Rivas-Vaciamadrid, del que dependen diez empleos. Quizá algún cesante llamado a compartir consejo con la expolítica Cristina Garmendia pueda hacer algo por esta gente, mujeres y hombres de la patria.
Además de Villalobos, quien ha superado a Rajoy en longevidad parlamentaria, cuenta el PP con una extensa nómina de jubilables, entre los que a bote pronto están los teos, Teófilo de Luis, nacido en Cuba y diputado por Madrid desde hace 29 años, y Teófila Martínez, senadora y diputada por Cádiz a la vez que alcaldesa desde hace tres décadas, si bien, se anticipó a Villalobos y fue relevada por su correligionario Ignacio Romaní el 22 de febrero pasado. Periclitables son también Jorge Fernández Díaz, Cristobal Montoro, Jesús Posada, María del Carmen Quintanilla, José Manuel García Margallo, María Teresa de Lara, José Ignacio Llorens, Arturo García Tizón y habrá que ver si el líder Pablo Casado mantiene a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, mujer de máxima confianza de Rajoy en la cabeza de lista de Pontevedra.
La mayoría de los citados, a los que podemos añadir al exministro y diputado por Palencia Iñigo Méndez de Vigo, Ramón Aguirre o el propio exportavoz Rafael Hernando, llevan tres décadas de parlamentarios nacionales o europeos, con algunas interrupciones para ocupar cargos ejecutivos en empresas públicas, caso de Aguirre en el ICO, Metro de Madrid y SEPI, de modo que el término “periclitables” responde a lo que duró Pericles, el creador de la democracia en la antigua Grecia.
La duda y la zozobra en las filas del PP afecta singularmente a las señorías que llegaron al escaño con José María Aznar, allá a mediados de los noventa y se han mantenido gracias a su adhesión inquebrantable a Rajoy. Son señorías de más de cincuenta años de edad entre las que vale citar a los valencianos José María Chiquillo y Gerardo Camps Devesa, al gallego Celso Luis Delgado Arce, la onubense Fátima Báñez, el alcarreño Jose Ignacio Echaniz, la cántabra Ana María Madrazo, el aragonés Ramón Moreno Bustos o la burgalesa Sandra Moneo. Con casi media vida calentando el escaño o ejerciendo cargos públicos, algunos de estos veteranos se ven ahora en la cuerda floja con Casado.
Si en el PSOE la veteranía es un grado, pocos dudan de que el resistente Pedro Sánchez sacará las tijeras de podar para que personajes como el madrileño Antonio Hernando, el sevillano Antonio Prada o el castellano-manchego José María Barreda, por solo citar a un trío de oponentes significados (por no llamar traidor al Hernando que se significó como tal), reciban el merecido descanso. También es hora de que veteranos como Cipriá Ciscar y otros de su misma quinta se acojan a la jubilacion con la paga máxima de la Seguridad Social.
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