Las empresas con alma provocan impacto social con empleados más felices y productivos

03/03/2019

Alfonso Basco, director de Impactoring®. En este mundo hay lugar para la economía y las emociones.

“Tú y yo no somos más que una sola cosa: no puedo hacerte daño sin herirme”, dijo Mahatma Gandhi. Vivimos en una sociedad de contrastes que avanza rápido, a velocidad vertiginosa. Una evolución que a veces asusta. Y a ese ritmo, también elegimos qué queremos y qué no queremos. Aquello que acepto y aquello que rechazo: culturalmente, ideológicamente, materialmente. Con quién me relaciono, de qué hablo, qué aprendo o cuáles son mis valores.

Vivimos en un mundo diverso donde podemos elegir entre una amplísima gama de opciones. Y aceptar esa diversidad, o elegir solo una parte de ella. Sin embargo, hay algo de lo que es difícil escapar, dos realidades cuyo peso las convierte en relevantes, necesarias y protagonistas del ser humano del siglo XXI: economía y emociones.

Prosperar en el mundo de hoy significa cuidarse. Y cuidarse también significa prosperar. No es casualidad que en las empresas se hable cada vez más de felicidad organizacional, inteligencia emocional o “habilidades blandas” (soft skills). Y que en el mundo del desarrollo personal se hable también de libertad financiera, emprendimiento o abundancia. El equilibrio entre la creatividad y su materialización. Entre el apasionarse con algo y el poder hacerlo realidad. El aire y la tierra.

Dicho todo lo anterior podemos empezar a hablar de dos realidades que son manifiestamente complementarias. Y que nos permiten vivir un presente como el actual de forma equilibrada, nivelando dos mundos hasta hace muy poco casi antagónicos: o eres de los financieros o eres de los emocionales. O cuantificas la realidad o la experimentas. O te importa lo que sientes… o te importa lo que ganas. ¿Quién nos ha pedido posicionarnos? ¿Por qué hay que elegir entre planificar o improvisar, entre ser racionales o sensibles, entre economía o emociones? ¿Por qué no lo uno y lo otro? Desde ese enfoque trabajo hace tiempo. Conversando sobre empatía e impacto social en la empresa privada, o de actitud emprendedora o finanzas en el mundo del desarrollo personal.

Bajo el paraguas de Impactoring®, la consultora de impacto económico y social que dirijo cuya metodología está registrada, proyectamos ambas realidades necesariamente complementarias para el ser humano contemporáneo. El resultando es más que satisfactorio, ayudando a que empresas con alma generen impacto económico y social con empleados más felices y productivos. Promoviendo que las personas aprendan a cuidarse entendiendo el emprendimiento y las finanzas como dos herramientas eficaces para alcanzar el desarrollo personal. Y logrando que las instituciones educativas incorporen el aprendizaje por competencias: diferentes habilidades y recursos para la vida, que uno, con esfuerzo y proactividad, se puede auto-proveer para llevar una vida plena.

Hace menos de un año, la prestigiosa revista Harvard Business Review, mostraba en un interesante artículo la preocupación de las organizaciones por encontrar la fórmula mágica de la productividad. Y varias de las claves sobre qué hacer y qué no hacer, apuntaban a todo lo mencionado anteriormente.

Imagen: Rawpixel (pixabay.com).

No es casualidad que en pleno siglo XXI y en un mundo tan cambiante, las grandes empresas y las escuelas de negocios entiendan la importancia de equilibrar economía y emociones. Pero ahí no termina el aprendizaje de la fórmula “prueba y error” en la que nos hemos movido hasta nuestros días. Sino que aquellas personas que deciden mantenerse ajenas a lo económico-financiero, también acaban entendiendo que no se puede vivir de espaldas a la economía global, local, personal o comunitaria. No por evitarla se escapa de ella. De hecho, al hacerlo, también se escapa de la posibilidad de humanizarla, con sus propias reglas de juego. El emprendimiento social, la banca ética o la inversión socialmente responsable son buenos de ejemplos de cómo replantear la economía desde sus propias reglas, poniéndola al servicio de las personas. De todas las personas.

Fomentar la generación de competencias emprendedoras y emocionales en cada uno de nosotros, o impulsar el intraemprendimiento y la gestión emocional en empresas, ONG o Ayuntamientos, es prioritario en nuestra organización. Para poder ser parte de la solución, transitando el camino hacia un mundo mejor. Un camino incluyente en el que toda la diversidad organizacional tiene cabida. Haciendo y logrando, pero también siendo y estando.

Gestión del tiempo
De igual manera, en Impactoring implementamos gestión del tiempo y eficiencia en las organizaciones, lo que nos ha dado varias lecciones al respecto. No se trata de producir más, sino de producir mejor, hacer más con menor coste económico, físico y emocional, y sobre todo, en menor tiempo: organizando y priorizando tareas, tomando momentos de descanso y permitiendo un acuerdo de respeto y productividad con nuestro cuerpo y mente. Todo ello, a la larga, no solo se traduce en producir más sino en hacerlo de una manera más feliz y sostenible.

Y en ese camino seguiremos. Atrevámonos a prosperar de la mano de nuestras emociones. A ser felices entendiendo la economía con un gran medio para conseguirlo. Es posible… y cada vez más necesario. ¿Comenzamos?

 

Alfonso Basco es director de Impactoring®, consultora de impacto económico y social especializada en apoyar proyectos de emprendimiento. 


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