Mujer y brecha de rentas

07/03/2019

Francisco Javier López Martín.

Se acerca el 8 de Marzo. Las fotos de los perfiles en las redes sociales de partidos políticos y organizaciones de todo tipo, hasta las empresariales, se tiñen de morado. Resulta una curiosidad de nuestro tiempo que nadie se corte un pelo a la hora de presumir, sin contemplaciones ni pudor alguno, de aquello de lo que carece. Vivimos el tiempo de los lobos con piel de cordero.

En lugares como Madrid, tan grandes, tan capitalinos, pero tan desmadrados e incontrolables, la simulación y el postureo adquieren tintes grotescos y extravagantes. Nadie intentará negar, durante un día, que el salario medio de la mujer es inferior al del hombre en más de 5.700 euros. Significa que en Madrid una mujer cobra un 20 por ciento menos que un hombre.

Según el informe anual de CCOO de Madrid sobre brecha salarial y mercado laboral, la diferencia de salarios entre mujeres y hombres disminuye en la industria, pero crece en los servicios. La diferencia es mayor, de un 26 por ciento entre hombres y mujeres con contrato indefinido, pero baja en los contratos temporales, en los que la brecha salarial entre mujeres y hombres se sitúa en el 10 por ciento.

Pero no se trata tan sólo de una brecha salarial, sino de un foso entre los recursos de los que disponen las mujeres y los hombres. En la declaración de la renta las mujeres declaran unos rendimientos medios del trabajo de cerca de 22.000 euros, mientras que esa cantidad asciende en los hombres a más de 31.000 euros anuales. La diferencia es de casi un 30 por ciento a favor de los hombres. No es nada descabellado, si tomamos en cuenta que las mujeres ocupan casi el 78 por ciento de los contratos con jornada a tiempo parcial y cobran, en consecuencia un salario parcial.

Si estas son las condiciones de trabajo y retributivas de la mujer en la España moderna, qué podemos haber heredado de la España del pasado franquista y la difícil transición democrática. La herencia de las pensiones es aún más cruel con las mujeres, que trabajaron en muchas ocasiones sin cotizar a la Seguridad Social.

La pensión media de un hombre es de algo más de 20.000 euros anuales, mientras que la de la mujer no llega a los 14.000 euros. La diferencia en pensiones medias es del 31´5 por ciento. Dicho de otra manera, más de la mitad de las mujeres cobra menos que el Salario Mínimo, mientras que esto ocurre sólo en uno de cada tres hombres.

Brechas salariales, diferencias de rentas, desigualdad en las pensiones. No queda ahí la cosa. Las mujeres son minoría en el empleo y en los empleos indefinidos, pero son mayoría en las contrataciones a tiempo parcial y también en el paro. Y aquí encontramos un problema añadido. Se han recortado mucho las prestaciones por desempleo, pero aún así más del 56 por ciento de los hombres tiene cobertura por desempleo, frente a menos del 47 por ciento de las mujeres y encima cobran menos al tener ingresos salariales inferiores.

Las mujeres tienen menos empleo, de peor calidad, peor retribuido y resultan menos protegidas en el momento de quedarse en el paro, o cuando llegan a la edad de jubilación. Merece la pena valorar, ante esta realidad, si podemos permitirnos la pervivencia de la discriminación y las desigualdades. Merece la pena pensar si cuatro gestos publicitarios de diseño para un día, de usar y tirar, puede solucionar el problema.

Conviene que pensemos si un día como el 8 de Marzo, de movilización y huelga estudiantil, laboral, de consumo, de cuidados, debería convertirse en un revulsivo contra la violencia y discriminación contra la mujer y en un acicate para hacer real la igualdad y la libertad de mujeres y hombres. Hemos dado pasos, cada año se producen avances, pero el nivel de conciencia del que presumimos tiene que hacerse vida cotidiana todos y cada uno de los días del año.

 

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