La factura de la incertidumbre

12/03/2019

José María Triper.

Por mucho que la ministra Calviño se empecine en negar las evidencias, siguiendo la estela de su antecesor con Zapatero, Pedro Solbes, los indicadores más recientes, los organismos internacionales y los empresarios empiezan a alertar ya sobre los síntomas preocupantes de desaceleración que afectan a la economía española y que empiezan a sentirse ya en el consumo y la inversión. Especialmente en esta última ante la paralización de las decisiones y proyectos de los inversores internacionales.

Una desaceleración que está impulsada por agentes externos como el aumento del proteccionismo, el agravamiento de las tensiones comerciales entre EE UU y China, un crecimiento de la economía del gigante asiático sensiblemente inferior al esperado, las dudas sobre el final del Brexit y las tensiones en los mercados financieros. Factores todos ellos que afectan a nivel mundial, pero que en el caso de la zona euro y especialmente en el de España se ven sensiblemente incrementados por la incertidumbre política y las derivaciones del secesionismo catalán que, como recoge el último informe económico de la CEOE, “lastrarán el crecimiento de los próximos trimestres” y generan serias dudas sobre el cumplimiento de los objetivos de reducción del déficit y del endeudamiento.

Es un hecho constatable que la continuidad de los ritmos de crecimiento de la economía española durante el último trimestre de 2018 vino generada casi exclusivamente por el sector público que compensó las caídas observadas en el consumo y en la inversión del sector privado. Retrocesos que siguen marcando la evolución económica en los primeros meses de este año que los analistas de la CEOE y de otras instituciones empresariales y financieras atribuyen al  “deterioro de las expectativas, derivado del aumento de la incertidumbre y los riesgos tanto a nivel internacional como nacional”.

Recuerdan en este punto como, la confianza de los consumidores, tras el empeoramiento en el cuarto trimestre, ha registrado una evolución similar en enero, “siendo las expectativas sobre la situación económica general las que han marcado este deterioro”. Se observa también en estos inicios de 2019 un leve empeoramiento en la evolución de la confianza y el volumen de negocio del comercio minorista, mientras que las matriculaciones de automóviles han vuelto a caer en enero, nada menos que un 8 por ciento, manteniendo la senda descendente de los últimos meses del año precedente.

Este clima de mayor incertidumbre es la causa fundamental que explica la pérdida de dinamismo en la inversión “en consonancia con un crecimiento más limitado de la demanda interna y de las exportaciones”, afectadas estas últimas por la fuerte desaceleración de las economías de Francia y Alemania, nuestros dos primeros clientes que copan en torno al 20 por ciento de nuestras ventas en el exterior, la recesión cierta ya en Italia y el posible impacto del Brexit.

Pues eso, que vuelven los tiempos de las vacas flacas, en línea con las predicciones de la UE y el BCE, y mientras Sánchez  y su Gobierno incurren en la misma política suicida de Zapatero negando las evidencias, derrochando dinero público y generando déficit con medidas presuntamente sociales que ni pueden pagar ni saben cómo hacerlo.

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