La subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, afirma en la jornada ‘Las finanzas sostenibles como motor de la transición ecológica’ que los riesgos ligados al cambio climático afectan directamente a la valoración de algunos de los activos de los balances de las entidades financieras y que además tienen consecuencias macroeconómicas que igualmente impactan sobre éstos. Por tanto, los bancos deberán  identificar, cuantificar y mitigar adecuadamente estos riesgo y los efectos de las medidas encaminadas a hacer la economía más sostenible.

«En cualquiera de los dos casos, la solvencia de las entidades bajo nuestra supervisión se podría ver afectada por procesos que, como supervisores, debemos monitorizar», argumenta Margarita Delgado.

El Banco de España promoverá que las entidades desarrollen modelos de riesgo que contemplen el cambio climático, pruebas de resistencia en torno a distintos escenarios de transición ecológica y obtengan información detallada sobre aspectos como la localización física de los activos o las estrategias de eficiencia de las empresas que reciban financiación.

Si las entidades identifican, cuantifican y mitigan adecuadamente los riesgos ligados al cambio climático, contribuirán a garantizar la estabilidad del sistema financiero, actuarán como catalizadores del cambio (al favorecer que la financiación llegue a las actividades que más contribuyen a la transformación sostenible de la economía) y desincentivarán las actividades más lesivas para el medio ambiente.

«El sector financiero sin duda tiene una responsabilidad destacada en este reto. Las autoridades financieras, en el ámbito de nuestro mandato, podemos y debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para valorar, gestionar y mitigar adecuadamente los riesgos asociados al cambio climático», resalta la subgobernadora del Banco de España.

Margarita Delgado resalta que el acuerdo de París ha supuesto «un punto de inflexión» en la sensación de urgencia en la lucha contra el cambio climático, ya que además de subrayar los riesgos reconoce explícitamente la relevancia que debe tener el sistema financiero para canalizar de modo eficiente los recursos necesarios para transformar la economía hacia un modelo sostenible. «El mensaje del acuerdo de París para involucrar al sector financiero ha calado y está propiciando numerosas líneas de actuación», recalca

Además, la subgobernadora sostiene que la implantación de muchas de las iniciativas en este sentido requieren «una importante coordinación a nivel internacional», como el Network for Greening the Financial Sector (NGFS), la red constituida a principios de 2018 que aglutina a 30 supervisores y bancos centrales y cuyos objetivos pasan por analizar las prácticas supervisoras, los riesgos macroeconómicos y financieros y las vías para facilitar la financiación de la transición a una economía sostenible.

Los mercados valoran la menor exposición

Margarita Delgado también resalta que en los mercados de capitales «se viene observando cierta discriminación positiva en la valoración de las empresas con menor nivel de exposición al cambio climático, si bien todavía de un modo limitado»,

«Lógicamente, esta discriminación en la valoración de instrumentos financieros negociados nos permitiría hacer una estimación del valor financiero de los riesgos asociados al cambio climático y, al igual que en caso de la banca, debería actuar como catalizador del cambio hacia determinadas actividades sostenibles, a la vez que desincentivaría la inversión en industrias particularmente contaminantes», señala.

Es «evidente» que el atractivo entre los inversores de las emisiones de bonos ‘verdes’ es «un indicio de la creciente preocupación» por los efectos del cambio climático, aunque para que los mecanismos funcionen adecuadamente es necesario que el volumen de títulos negociados en estos mercados alcance una masa crítica y que puedan ser catalogados de un modo consistente.

Margarita Delgado destaca la importancia de iniciativas desarrolladas por la Comisión Europea, como la taxonomía para determinar las actividades que contribuyen a la sostenibilidad en términos medioambientales o el etiquetado ecológico de productos financieros. «Se precisa un lenguaje común, que puedan emplear tanto los emisores de deuda como los inversores potenciales, para que se puedan desarrollar estos mercados», concluye.