Un análisis del Banco de España avisa que la escalada de medidas proteccionistas, en un contexto de desaceleración económica global, configuran un «escenario complejo» para las exportaciones europeas. El elevado grado de apertura de las economías de la Eurozona, junto con la orientación geográfica y la especialización por productos de sus exportaciones, hace que la Unión Europea sea «especialmente sensible» a los shocks externos y a la desaceleración del comercio mundial.

El Banco de España menciona la investigación llevada a cabo por EEUU sobre las importaciones de automóviles procedentes de Europa, que «podría finalizar con mayores aranceles a este tipo de productos». Y destaca los efectos de desviación de comercio que un eventual acuerdo comercial bilateral entre China y Estados Unidos pudiera tener sobre la Eurozona.

La ralentización del comercio mundial se ha trasladado con intensidad a las exportaciones y a la actividad de las economías europeas, y se aprecia una atonía «bastante generalizada».

En el conjunto de la Eurozona, las ventas de bienes destinadas al resto del mundo crecieron un 2% en 2018 (frente a un 4,3% en 2017), con retrocesos en algunos países, como Alemania, Italia y España. La producción de las ramas industriales, que, en general, presenta una mayor orientación exportadora que las de los servicios, también registró un crecimiento modesto en el conjunto del año.

El elevado grado de apertura de las economías europeas desempeña un papel «relevante» en la explicación del impacto de la desaceleración del comercio mundial sobre la actividad económica de la Eurozona. La participación de las exportaciones fuera de la UEM dentro del total aumentó desde el 48% en el año 2000 hasta el 55% en 2018.

A esto se suma el comportamiento relativamente «menos dinámico» de las economías, apreciándose una contracción de las ventas al Reino Unido en el último año, que se añade al debilitamiento registrado desde 2016, cuando se celebró el referéndum sobre el Brexit. En 2018 también se registró una notable desaceleración de ventas destinadas al resto de la UE, a Rusia y a China, frente al vigor de las exportaciones a EEUU.

La especialización comercial por productos también ha frenado el crecimiento de las exportaciones, según el Banco de España, que menciona as dificultades de la industria del automóvil por la adaptación a las nuevas normativas de emisiones y a la incertidumbre generada en torno a la transición estructural del diésel hacia nuevas tecnologías.

Además, la apreciación que registró el euro también frenó el crecimiento de las exportaciones el año pasado.