Los pretorianos

22/03/2019

Hernando F. Calleja.

La irrupción de militares en las listas electorales de los partidos políticos se ha convertido en asunto de debate cuando no en viva polémica, alimentada por clichés decimonónicos de los que muchos hablan sin mayor conocimiento que lo hacen sobre los devaneos de una de nuestras estrellas mediáticas.

El pretorianismo, militarismo o como quiera llamarlo cada uno, merece unos límites históricos rigurosos. El siglo XIX, exponente máximo de la irrupción de los militares en la política española, no fue una etapa militarista en la que el estamento militar buscara una estructura del Estado en la que los militares coparan las instituciones e impusieran a la población sus características maneras de entender la vida, las costumbres, la disciplina, lo que alguna vez he llamado la mística militar, aunque dudo que esa expresión me pertenezca y más bien creo que procede de alguna lectura. Otra cosa fue la dictadura de Franco en la que esa mística militar, al menos en los primeros lustros lo inundaba todo.

Los espadones, término que el diccionario de la RAE no tiene por despectivo, fueron militares, la mayor parte de las veces, reclamados desde los partidos políticos, carentes de figuras edificantes, ejemplares o capaces de imponer una disciplina interna. Si los editores me permiten una cita un poco larga, Carlos Seco Serrano señala, refiriéndose al siglo XIX, que hubo una “suerte de militarismo que se reduce a la inserción de las grandes personalidades del Ejército -abanderados de la revolución liberal- en el juego de los partidos políticos y que se justifica en el hecho de que las instituciones representativas tienen [tenían] todavía escasas raíces en el país y la práctica electoral está [estaba] muy lejos de encauzar una auténtica movilización ciudadana“.

De ese militarismo que invoca Seco Serrano nos vale sólo una parte para la situación sobrevenida ahora. Por un lado, el Ejército actual aporta grados y estrellas en la bocamanga, pero no se puede decir que haya “grandes personalidades” inequívocas en la milicia. Por otro lado, de los militares a los que han llamado los partidos, algunos no parecen abanderados liberales, ni siquiera en el más amplio sentido, sino profesionales con retrovisor. Y, por supuesto, las instituciones representativas y la práctica electoral nos incluyen entre las naciones con un sistema democrático más avanzado.

No deja de ser curioso que en el regreso de los espadones a la política española sean los partidos populistas, en los extremos del arco parlamentario, los que han efectuado la maniobra de inserción de militares, eso sí, de alta graduación. Esto los sitúa y acaso los define, en la marginalidad del espectro político. ¿Esa marginalidad tiene algún significado concreto? Para mí, sólo lo tiene en un sentido retrospectivo del que abomino.

¿Te ha parecido interesante?

(Sin votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.