El ridículo de los lacitos amarillos

22/03/2019

Maite Vázquez del Río.

Lo de Joaquín Torra con los lazos amarillos muestra la calidad política del president de la Generalitat, que otros antecesores llevaron el título de «honorable» aunque alguno malgastó este reconocimiento por gobernar a golpe de comisiones. Con Torra no hay comisiones, pero hay lazos amarillos que es una especie de corrupción contra la democracia cuyo respeto a sus leyes le han puesto en donde está, al mando de una comunidad, pero sin gobernar para todos.

Con Torra a la cabeza, el independentismo se va deshaciendo a base de hacer el ridículo una y otra y otra y otra… vez. Basan tu ideología en símbolos, desobedencia y pataletas de niños pequeños y rebeldes cuyas causas se sustentan en mentiras. La base de todo, y vuelvo a ello, son las comisiones que Jordi Pujol y familia estuvieron amasando durante años de mandato. La entonces CiU de artur Mas se alió con la CUP y ERC para poder seguir teniendo el mando en plazo. El resultado no fue otro que tapar el escándalo de la corrupción para corromper la democracia.

Han pasado casi dos años y recordando lo sucedido, el primer recuerdo que me viene a la cabeza es el atentado de Barcelona. Ni el dolor ocultó el movimiento independentista, que a base de provocar, irritar y quemar la convivencia, no se dan cuenta que no hay cauce legal para lograr sus propósitos. Han dividido a los catalanes y van contra quienes no piensan como ellos. Apelan a la Constitución cuando les interesa y la repudian cuando no les conviene.

Es como los partidos independentistas con ERC y la CUP en primera fila. Niegan la mayor, la Carta Magna, pero luego participan en las institicuiones que en ella se reconocen, cobran del erario público y se pavonean por el Congreso de los Diputados o el Parlament catalán como si lo hubieran asaltado y fueran su posesión. Viven de ello pagado por todos los españoles, por todos los catalanes y, sin embargo, no representan ni a la inmensa mayoría de los españoles ni a la mayoría de los catalanes.

La Constitución les respeta, porque la libertad de expresión es sagrada. Pero la Constitución también tiene sus reglas. Algunas son de lo más obvio: ninguna institución debe albergar ningún tipo de símbolo que se identifique coon un partido político. Lo de Torra con el dicho lacito amarillo es como si a Pedro Sánchez se le ocurriera poner enn el Palacio de la Moncloa y todos los ministerios y edificios del Estado la bandera del PSOE. ¿Sería respetar su libertad de expresión? Las instituciones del Estado y de las comunidades están por encima de tanta tontería.

Pero claro, el independentismo cada vez tiene menos recorrido. Ante la falta de resultados se refugian en buscar mártires, en ir a la cárcel y autoproclamarse presos políticos, cuando la realidad demuestra que son políticos que deben estar presos porque no han respetado las normas constitucionales. En ningún lugar de la Carta Magna aparece el derecho a la autodeterminación o declaración de la independencia por parte de ninguna comunidad. Los malos políticos nos han llevado hasta donde estamos. Aquel político que se niegue a negociar y buscar una salida, por favor, que no se presente a las próximas elecciones del 28-A. Los españoles, los catalanes, necesitamos gobernantes que tengan ganas de solucionar problemas, y el catalán es el primero de la lista. Poniengo lazos no se soluciona.

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