«La máxima más importante del mundo actual, que debe regir toda nuestra vida, no solo la profesional, es que en la era de la hiperconexión, uno tiene que estar dispuesto a contar absolutamente todo lo que hace», plantea Sergio Roitberg, fundador, presidente y CEO de la consultora Newlink, en «Expuestos. Las nuevas reglas del mundo transparente» (Conecta, 205 páginas).

«Si no se puede contar, no se puede hacer, porque existe la certeza de que nos vamos a meter en problemas», añade este experto, que fue cocinero antes que fraile (periodista en los argentinos Canal 13, 11, y 9, en los estadounidenses CNN y CBS Telenoticias: dos veces ganador de los Premios Emmy, a los que fue nominado en 5 ocasiones).

Cita a Raja Rajamannar, director de Marketing de Mastercard: «uno no puede escaparse ni esconderse de los medios sociales».

«Hoy uno no se puede preparar para una crisis porque cuando la crisis ha estallado es demasiado tarde, nuestra reputación ya está destruida», añade Roitberg. «Hoy uno solo puede prepararse para el escrutinio absoluto y constante. Hoy uno asume su propia desnudez sin pudor ni vergüenza y la utiliza para proyectar su autenticidad y para alinear a todos aquellos actores que compartan su propósito compartido», insiste.

El autor de «Expuestos» pone el foco en dos evidencias: el propósito compartido, y la necesidad de conectar. «En el mundo actual dejamos de hablar de comunicaciones y hablamos de conexiones, de puntos de contacto. El objetivo no es pasarle información a otro, el objetivo es conectar a través de lo que decimos y mostramos, en gran parte mediante nuestra participación en conversaciones en plataformas digitales y sociales», razona Roitberg.

Pensamiento orbital

Al mismo tiempo, en «Expuestos» Sergio Roitberg desarrolla su tesis sobre el «pensamiento orbital». Los ciudadanos ya no somos ‘targets’, meros entes pasivos, sino actores empoderados con acceso a la información y con la posibilidad de diseminarla de forma inmediata y exponencial.

El mundo actual es orbital porque todos pertenecemos a una o varias órbitas, aquellos lugares reales o virtuales donde interactuamos con amigos, familiares, colegas y jefes, pero también con personas que no conocemos. Y en esas órbitas apenas hay barreras para el flujo de información, sin que conectamos con el entorno desde la transparencia (muy acertada la figura de la gran vidriera).

Y ya no hay actos de comunicación aislados, sino conversaciones simultáneas. El reto está en hacerlas productivas. Y la tesis de Sergio Roitberg en «Expuestos» es que eso solamente se consigue cuando se producen dentro de un propósito compartido que tenga en cuenta tanto el interés personal como el colectivo.