Introducción a la porra

25/04/2019

Luis Díez.

La variedad de encuestas y los variados desvaríos demoscópicos coinciden al pronosticar el triunfo del PSOE de Pedro Sánchez en las elecciones del domingo. Pero la cuestión de si podrá gobernar tendrán que responderla los españoles en las urnas, es decir, los más de 36 millones de electores llamados a decidir el futuro este 28 de abril, y de los que 1,9 millones están fuera de España.

Las encuestas y los estudios demoscópicos sirven para influir en el voto. Por eso se realizan según el gusto y la orientación de quien las paga. Esta obviedad no resta valor, sin embargo, a la coincidencia en el ascenso de un Sánchez que ya acumula cierta épica en su liderazgo democrático frente a los obstáculos tradicionales de su partido, a los que ha derrotado limpiamente en dos ocasiones. La gente aprecia su tesón. En diez meses de gobierno ha revelado la firme voluntad de restituir el empuje de la clase media y laboral, machacada por la crisis financiera. De ahí que le consideren el candidato más fiable y que los sondeos pronostiquen el triunfo.

A partir de ahí comienza el juego de las hipótesis. La primera: si el PSOE supera el 30% del voto y se planta con más de 130 diputados en el Congreso, tendrá que sumar al menos 46 diputados de otros grupos parlamentarios para ser investido presidente y poder gobernar. Los apoyos vendrían de Podemos, el Compromís valenciano y el PNV. Sería un escenario muy bueno para los socialistas, entre otras cosas porque no dependerían de los nacionalistas catalanes para sacar los presupuestos adelante y, sobre todo, porque facilitaría la recuperación del espíritu constitucional y la convivencia en Cataluña.

Sánchez ya ha apuntado la fórmula de un gobierno monocolor con independientes y de acuerdos concretos o un pacto de legislatura con los socios vascos y de la izquierda política y social que representan Podemos y las confluencias. Habrá que ver si Pablo Iglesias acepta la fórmula o vota en contra como aquella vez. Iglesias ya ha anunciado que quiere tocar poder y estar en el gobierno. Lógico. Una cosa es mandar y otra influir.

La segunda hipótesis: si el PP de Pablo Casado como segunda fuerza política alcanza el 25% del voto y obtiene un centenar de diputados, necesitará sumar al menos 76 de otros grupos para alcanzar la presidencia. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ya ha anunciado su disposición al pacto, de modo que, como ocurre en Andalucía, solo tendrían que obtener el respaldo de la ultraderecha Vox para gobernar España. Pero todo está por ver. Y las hipótesis solo valen como introducción para hacer porras electorales.

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