Los macrobióticos están convencidos de que somos lo que comemos. Los alimentos están directamente relacionados con nuestra salud y con la vida que llevamos. Su enfoque está basado en la antigua filosofía China del equilibrio entre el Yin –lo que se expande- y el Yang –lo que se contrae-.

Los macrobióticos entienden que el organismo tiene capacidad para curarse a sí mismo cuando es tratado de forma correcta. Se encarga de estimular el deseo natural del cuerpo por sentirse bien y de la capacidad que tiene de curarse por sí mismo, más que en combatir los síntomas de la enfermedad. El tipo de actividad física, el estado emocional, las relaciones familiares y la actitud espiritual son aspectos que influyen en el proceso de curación.

La dieta juega un papel esencial para la buena calidad de la sangre de nuestro cuerpo. Hay que comer reduciendo al máximo las grasas saturadas, los azúcares simples, los carbohidratos refinados y las proteínas de origen animal, a cambio sugieren proporcionar las calorías adecuadas, grasas insaturadas, proteína de origen vegetal y el consumo de fibra, minerales y vitaminas.

La filosofía del Yin y el Yang se suele utilizar para clasificar los alimentos de acuerdo con sus patrones de crecimiento y la estación del año en que se desarrollan, el modo en el que nutre al cuerpo, el medio en el que han crecido y el estado en el que queda una vez cocinada. Viene a ser, lo que siempre se ha llamado cocina de mercado. Comer los productos de la estación y autóctonos. Por ejemplo, los macrobióticos españoles evitan el pimiento, el tomate, la patata o la piña, porque no son propios de nuestro país. Sin embargo, todo lo que sean algas, cereales integrales, puerros, aceite de oliva, calabazas, coliflores, melón, sandía o fresas, son altamente recomendables para ellos. Por ejemplo, proponen empezar el día tomando una sopa de miso, que es soja fermentada disuelta en un consomé de verduras, que se puede acompañar con unas tostadas de pan integral con aceite de oliva. Para cocinar no evitan la sal, pero sí el azúcar refinado. Los lácteos los tienen completamente prohibidos y los zumos de naranja también. La quinoa, el arroz integral, la soja y el tofú son sus aliados. Aunque sean más de verduras, no hay que confundirles con los vegetarianos, los macrobióticos sí admiten la carne en dosis moderadas y su bebida estrella es el té bancha, pueden tomar litros de ese brebaje.