Hace años cuando Pedro Pacheco era alcalde de Jerez aseguró que “la justicia es un cachondeo”. Sin embargo son muchos los catalanes (y posiblemente los que no lo son) que aún hoy suscriben estas afirmaciones. El abogado defensor de Junqueras y Romeva, Andreu van den Eynde, calificó en su intervención final que en el proceso a los dirigentes catalanes se está aplicando el “derecho penal del enemigo”. Asimismo Diego López Garrido, redactor de la modificación del artículo del Código Penal que se refiere el delito de rebelión , se ha cansado de repetir que este artículo estaba pensado para una rebelión militar con violencia y no cabía en la voluntad del legislador la interpretación que los fiscales defienden en el Tribunal Supremo. El seguimiento de este proceso ha tenido una amplia audiencia en Catalunya, tanto en los medios radiofónicos como en los televisivos mientras los grandes rotativos catalanes daban una información muy selectiva -cuando no sesgada . del proceso.

Si muchos prestigiosos juristas de toda España discrepan de la forma que interpretan las leyes tanto el instructor del caso como los jueces y fiscales que han intervenido en el alto tribunal, los profanos en la materia que sólo se rigen por el sentido común alucinan cuando ven la forma que cuan chicle retuercen, estiran o encogen lo que dicen los textos legales. El relato que hacen los fiscales y que a juzgar por sus caras asume el tribunal contradice lo que vivieron y sufrieron centenares de miles de manifestantes, donde la violencia de los cuerpos de seguridad incluso escandalizaron al actual presidente del Gobierno (claro que entonces estaba en la oposición). Además se sorprenden de las declaraciones que han realizado los policías y guardias civiles, desmentidos una y mil veces por las imágenes. El miedo es libre pero a veces va con el oficio que tiene uno. Además pensar que unas personas entrenadas y armadas hasta los dientes les da miedo un grupo de personas desarmadas que les impiden el paso suena bastante escandaloso. Así como la poca memoria de los máximos responsables del operativo, léase Rajoy, Saenz de Santamaria, Zoido… por no hablar del máximo responsable del operativo que en su declaración parecía avalar el “a por ellos”.A todo ello, a lo que hay que sumar las vengativas declaraciones de dirigentes socialistas, populares, de ciudadanos y no digamos de Vox, que han condenado de antemano a los justiciables y que han propiciado en muchas partes la catalanofobia.

Además es difícil que una persona normal entienda de la separación de poderes cuando los jueces interrumpen una sesión de investidura y la abortan llevando al candidato a presidir la Generalitat a la cárcel, eso sí preventivamente. O que permitan votar a unas personas con un programa electoral concreto para acto seguido impedirles ejercer el cargo por el que han sido elegidos no fuera caso que intentaran cumplir lo que se comprometieron con sus ciudadanos. O impidiendo a Junqueras el acto protocolario de acatar la Constitución para acceder al acta de eurodiputado no fuera caso que adquiriera la inmunidad parlamentaria o que la interpretación que se hace en Europa de lo que sucedió en Catalunya difiera radicalmente del relato oficial.

Tengan o no tengan razón una parte importante de ciudadanos catalanes sienten el aliento de la represión del Estado y lo que está fuera de toda duda es una desconfianza absoluta en la justicia española en primera instancia (son muchos los que están convencidos que la sentencia ya está decidida desde hace mucho tiempo y los más viejos recuerdan aquel tribunal que se llamaba TOP) y en el sistema en general. Y ello lleva a una desconexión si no política, sí racional y emotiva, aunque sigan siendo españoles “por imperativo legal”.