Ministras arrepentidas y reformas de ida y vuelta

12/07/2019

José María Triper.

Tres eran tres las hijas de Sánchez que el pasado martes se dieron cita en la Asamblea General de Cepyme. La patronal de la pequeña y mediana empresa que, para sorpresa de propios y extraños se vio arropada por la vicepresidenta, Carmen Calvo, y las titulares de Trabajo, Magdalena Valerio, y de Industria, Reyes Maroto. Y la cosa no sería especialmente relevante si no fuera porque sólo cinco días antes, ningún miembro del Ejecutivo se dignó a asistir a la reunión anual de la CEOE en claro contraste con lo ocurrido en años anteriores. Ausencia, además no justificada.

«Alegaron que estaban en funciones», afirmaba un alto directivo de la patronal quien no ocultaba el malestar general entre los asistentes. Sobre todo porque el hecho de estar en funciones no impidió a la ministra Valerio, responsable de Trabajo, asistir a los desayunos de Europa Press y al Congreso Español de la Sociología en Valencia, justo el día anterior a la Asamblea de la CEOE. De la misma forma que no fue obstáculo para que la ministra de Industria, Reyes Maroto, se desplazara a actos empresariales en Perú. ¿Desplante, aviso, omisión deliberada? Cada uno lo interpretaba de una forma, pero en cualquier caso, una falta de sensibilidad y de respeto inexplicable.

Quizás por eso, y en un acto de arrepentimiento obligatorio, decidieron acudir en masa a la “fiesta” de la hermana menor. Eso sí, hablar hablaron poco. Sólo lo hizo la vicepresidenta y lo hizo para anunciar que el gobierno sanchista, si al final se puede conseguir la investidura, no va a derogar la reforma laboral. Que ya dijo el gran cínico que fue Tierno Galván que los programas se hacen para no cumplirlos.

Si habrá ajustes importantes, dijo la vicepresidenta, aunque sin develar cuáles ni cuantos. Y si nos atenemos a lo que sólo 48 horas después insinuó la ministra de Economía, Nadia Calviño, podemos aventurar que no serán muchos ni tan transcendentes. Sánchez y sus chicas son conscientes de que como confesó el arrepentido Octavio Granados, todavía secretario general de la Seguridad Social, en materia de empleo el gobierno de Rodríguez Zapatero lo hizo “muy mal”, y que gracias a la reforma laboral de 2012 se evitó la destrucción de 900.000 puestos de trabajo y se está creando empleo al ritmo de 500.000 al año.

Logros de los que presumen Sánchez y su Ejecutivo, como también lo hacen del crecimiento de la economía, el mayor de la UE, y que son consecuencia y mérito en exclusiva de la reforma laboral y de los Presupuestos de Mariano Rajoy, con los que todavía gobierna, prorrogados, el actual Consejo de Ministros. Eso y que también a Sánchez ya le han leído la cartilla sus ahora amigos, Merkel y Macron, y ya le han dicho eso de que los experimentos con gaseosa, y menos con la reforma laboral y con Podemos, si que quiere, como aspira, a tener un puesto de honor en el Triunvirato de la Unión. Mas claro…

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