Mejor, pactar nuevas elecciones

18/07/2019

Hernando F. Calleja.

En contra de lo que enfáticamente pregonan Pedro Sánchez y sus edecanes, las pasadas elecciones generales las perdieron todos los que se presentaron a ellas. En estas mismas acogedoras páginas lo he repetido. Afirmar que el PSOE ganó las elecciones no es más que una exageración estratégica. Ganar a todos los demás que se presentaron es distinto de ganar las elecciones, que supondría obtener unos resultados que le permitieran eso tan aparentemente imposible que es conseguir la presidencia, formar un gabinete y gobernar no por decreto.

Perdóneme el ocasional lector la reincidencia, pero aceptar que todos perdieron la liza electoral conviene a la solución de los problemas políticos actuales. Para negociar un pacto es vital aceptar esa realidad. Ir de supuesto vencedor limita seriamente las posibilidades de un acuerdo en el que tengas que aceptar cesiones más o menos importantes. Si el interlocutor acepta esa supuesta victoria se queda igualmente inerme, sin otro recurso que obcecarse o renunciar, porque su adhesión tampoco resuelve las necesidades aritméticas del que solo es candidato.

En los rifirrafes de estos días he oído, cierto que cada vez con menos atención, que el candidato quiere volver a empezar desde el principio (el pleonasmo es de él, no mío) y, a mi entender, empezar de nuevo debe suponer aceptar esa idea incontrovertible de que hablamos de un pacto de perdedores, que permite equilibrar las posiciones de partida. Estoy convencido de que sería útil para alcanzar los varios acuerdos que necesita el candidato para obtener la investidura.( Mejor que la vicepresidenta funcional y la señaora Lastra lo vayan aceptando).

Puede ocurrir que no sea así y se mantenga la estrategia de yo gané las elecciones, en vez de yo gané a los demás, y nos enfrentáramos a una nueva investidura septembrina y aún más lejos, a unas elecciones generales en noviembre. Muchos dicen que sería un drama  repetir las elecciones. Yo, en plan pejiguera, matizo este temor. El drama es volver a concurrir a las urnas con la misma ley electoral, un drama inevitable.

Como hoy tengo un día constructivo, me atrevo a plantear una propuesta de imposible cumplimiento. Los partidos de centro y de derecha se abstienen después de negociar con el PSOE un acuerdo para cambiar la ley electoral de arriba abajo. El Congreso crearía una ponencia de manera inmediata y se podría a trabajar en esa reforma. Una vez aprobada la reforma, se convocarían, en un plazo de seis meses, nuevas elecciones. (Sé que la propuesta es muy arriesgada, porque Sánchez ganó la moción de censura con la oferta de convocar elecciones inmediatamente y no la cumplió)

Lo que es un desatino, con perdón, es la idea de ir a un cambio constitucional, para introducir la variable de que sea la lista más votada la que forme Gobierno, en caso de que nadie consiga la investidura. Esa fórmula es una trampa que traslada los conflictos hasta después de que haya un Gobierno, aunque éste no fuera capaz de aprobar ni un proyecto de ley, pero gobernaría, como acabamos de ver con Sánchez, por decreto, con un presupuesto prestado y con un aumento de la deuda pública fuera de razón. He escuchado a algunas personas de cierta solvencia aprobar esa propuesta de Sánchez. No ven la trampa, pese a lo evidente que es.

La única ventaja aparente en todo esto es que no necesitamos serpientes de verano para ocupar nuestro tiempo. Tendremos una tenia kilométrica para explotar.

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