Si me queréis, irse

25/07/2019

Luis Díez.

Incapaces de alcanzar un acuerdo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, completaron el jueves, Santiago Apóstol, el espectáculo que comenzaron a ofrecer el martes y dejaron a sus 11 millones de votantes con tres palmos de narices. El dirigente del PSOE y presidente del Gobierno en funciones obtuvo 124 votos –los 123 de su grupo y uno del PRC– favorables frente a 155 en contra que sumaron PP, C’s, Vox, Coalición Canaria, UPN y el PDECAT. Podemos y cuantos estaban a favor de un pacto de gobierno progresista se abstuvieron (67 votos) y dejaron en suspenso esa posibilidad. El plazo legal de dos meses para convocar nuevas elecciones generales ha comenzado a contar y termina el 23 de septiembre.

Sánchez expuso en la tribuna la última oferta a Podemos: una vicepresidencia y tres ministerios sociales: Sanidad, Vivienda e Igualdad. Y confirmó lo que ya habían apuntado fuentes próximas a los negociadores, que Podemos quería el Ministerio de Hacienda, es decir, la política fiscal. Fundó su negativa en que Hacienda “no puede estar en manos que quien nunca ha gestionado un presupuesto”. Iglesias rebajó en el último instante su exigencia del Ministerio de Trabajo pidiendo las políticas activas de empleo. Pero la respuesta de la portavoz socialista, Adriana Lastra, chafó el vano intento de parar el reloj, ya que esas políticas con sus correspondientes fondos están transferidas a las autonomías. “Quieren conducir un coche y ni siquiera saben dónde está el volante”, le espetó.

El dirigente de Unidas Podemos argumentó que el problema no eran las carteras ministeriales sino las competencias. El socialista antepuso sus convicciones a la necesidad de los votos de Podemos y dejó claro que no quería ser presidente a cualquier precio. Según sus palabras, el precio que puso Iglesias fue el control del 100% de los ingresos y el 50% de los gastos. También señaló Sánchez que  “hace falta un gobierno coherente y cohesionado y no dos gobiernos”.

Se lamentaron los portavoces de las fuerzas dispuestas a respaldar la coalición con su abstención, comenzando por el ya más moderado Gabriel Rufián, de ERC, quien regaló a Sánchez e Iglesias un libro de cuentos para niños, escrito por Oriol Junqueras en la cárcel. “Son los cuentos que no ha podido contar a sus hijos”, dijo en la tribuna. Sus palabras resumieron además la sensación de “derrota de la izquierda”.

Comienza ahora el consabido lanzamiento de culpas, por no decir pedradas, entre unos y otros, mientras el PP de Pablo Casado contempla una recuperación electoral que, llegado el caso, le permitiría gobernar con Albert Rivera de “número dos”, algo imposible entre Sánchez e Iglesias, cuya incapacidad de interpretar el resultado del 28 de abril ha sido mayor de la esperada. Si no son capaces de resolver sus problemas no van a resolver los nuestros. Ergo, como dijo La Faraona, que no tenía un síndrome de Keops tan acusado como el de esos personajes, “si me queréis, irse”.

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