La Constitución, en su artículo 3, reconoce la oficialidad de los idiomas que se hablan en España en sus respectivas comunidades y en el Estatut de Catalunya se reconoce que “todas las personas tienen el derecho de utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Catalunya tienen el derecho y el deber de conocerlas” En el mismo sentido se recoge en los estatutos de las Islas Baleares y de la Comunidad Valenciana.

Este preámbulo viene a cuento por los incidentes, cada vez más frecuentes, de que determinados funcionarios no sólo recriminan a quienes osen hablar en catalán si no que incluso los denuncian por desacato a la autoridad.

Es evidente que en los medios nacionalistas estas situaciones de “o me habla en castellano o le denuncio” u otras expresiones utilizadas preferentemente por miembros de los cuerpos policiales son magnificadas y posiblemente se trate de casos aislados y la mayoría de funcionarios que trabajan en las comunidades de habla catalana son conscientes de sus obligaciones. Pero no parece que las autoridades políticas pongan demasiado interés en evitar este tipo de incidentes, sobretodo su reiteración hace sospechar que no son casos aislados.

En Catalunya el único problema lingüístico es el que se han inventado gentes de Ciudadanos, en algún caso del PP, y se da por descontado que lo harían los de Vox si tuvieran una mínima presencia pública, como tampoco hay más problemas de convivencia que los que provocan los numerosos hurtos que estos días alarman a la población, digan lo que digan los que no están en Catalunya.

Los que se llenan la boca defendiendo una Constitución parece que sólo defienden determinados artículos muy concretos y se olvidan del resto. Si esto es grave más grave es la peculiar forma que estos grupos tienen de entender España, un conjunto de pueblos con hablas diversas, culturas diversas y costumbres muy diferentes que la historia los ha querido reunir bajo un mismo Estado. Pero claro asumir una diversidad que es una de las riquezas del país les es un estorbo. Y después se extrañan que crezcan los sentimientos secesionistas.