Vamos a tocar el cielo

08/11/2010

Javier Amo.

Para empezar, debo reconocer que me resulta difícil realizar la crítica del disco de un grupo del que siempre me he declarado como ferviente seguidor. Y además a dos de los miembros les conozco bastante a nivel personal, e incluso a Chuck le puedo incluir en el grupo de amigos cercanos.

Sin embargo la aparición de un trabajo nuevo de Fourplay siempre es un acontecimiento, dado que no solo se convierte en un crisol en el que se reflejan todas  las tendencias actuales, sino que además en países como Japón se convierte en un fenómeno de masas con ventas millonarias de discos.

El grupo compuesto por sus tres miembros originales, Bob James a los teclados, Harvey Mason a la batería y Nathan East a los bajos, se completa con Chuck Loeb a la guitarra.

Después de 20 años y más de una docena de discos, Fourplay asume la necesidad del cambio constante en el estilo, en los arreglos musicales, en la producción y en este caso concreto incluso de su guitarrista, pasando Chuck Loeb a sustituir a Larry Carlton en estas funciones.

Este cambio ha venido a aportar a Fourplay un sonido más “jazzy” y un cierto lirismo en los arreglos, en contraposición con el sonido más “duro” de las seis cuerdas de Larry Carlton, convirtiéndoles de hecho  en una nueva banda, con un sonido al mismo tiempo, perfectamente reconocible.

El disco sigue la tendencia marcada en las anteriores grabaciones en las cuales cada miembro se reserva dos canciones, otra de todo el grupo y como colofón un par de versiones de clásicos.

En “Let´s touch the sky” se abren todo tipo de consideraciones. Algunos puristas opinan que tiene demasiados temas vocales, otros que el sonido no ha evolucionado en demasía, y que su sonido por perfecto resulta un poco frío, etc,.  La realidad es que nos encontramos con un disco de una belleza apabullante, con unos instrumentistas que probablemente cada uno de ellos encabezaría cualquier ranking de virtuosismo en sus instrumentos, y en el que la combinación de todos ellos tocando juntos como una máquina perfectamente engrasada,  nos deja atónitos por su virtuosismo y su belleza.

Chuck admite que siempre ha sido un “fan “ del grupo y que no podía dejar de incorporarse a un proyecto que con cada grabación hace historia “..quiero ser parte  de la leyenda que estamos construyendo, desde el primer disco hasta este último…”.

Las colaboraciones vocales son de primer nivel con Ruben Studdard interpretando el homenaje a Teddy Pendergrass “Love TKO” y Anita Baker en “You are my thrill” en una interpretación de las que se te quedan grabadas de por vida. Incluso Nathan East cada día canta mejor y sus incursiones en este terreno son cada vez más consistentes.

En resumen un disco fantástico para los seguidores del grupo y del jazz en general, y un vehículo perfecto de iniciación para aquellos que intentan explorar los caminos del jazz.

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