China tras su independencia económica

08/08/2019

Jorge López.

China actualmente se ha convertido en la mayor amenaza proteccionista a nivel mundial, la estrategia económica independiente que está llevando desde hace ya bastantes años, dificulta mucho la integración dentro del comercio global. La desaceleración del comercio se ha producido de manera gradual y mucho antes de que Donald Trump fuera elegido.

Un dólar más fuerte y unas condiciones de financiación más débiles han condicionado el poco apetito exportador.  La relación entre el total de las exportaciones mundiales y el producto interno bruto mundial ha ido disminuyendo desde 2011.

La guerra comercial de Trump ha frenado aún más estos intercambios. Los aranceles tienden a hacerse eco a lo largo de estas cadenas de valor internacionales. Los aranceles de Trump ya están estimulando a las empresas a trasladar la producción fuera de China. La incertidumbre sobre dónde podría surgir la próxima guerra comercial obliga a las empresas a mudar la producción a sus países de origen.

Lo que se está produciendo es la normalización de las guerras comerciales entre países y,  esta parece que será la tónica habitual,  extendiéndose rápidamente en todo el mundo, lo que aumentaría la amenaza sobre la globalización.

China no está satisfecha con su papel y quiere cambiar a una economía menos interdependiente y autónoma. Ya en la década de 2000, China se convirtió en el centro del sistema comercial mundial, dominando tanto el comercio asiático como el intercontinental. Pero esto no era necesariamente óptimo para China, porque gran parte de este comercio no añadía mucho valor. China comenzó haciendo un montón de productos o componentes  de bajo valor para otros países por lo que la mayor parte del valor de estas cadenas no fue capturado por las empresas y los trabajadores chinos. Esto se conoce en economía como la curva de la sonrisa: la gente que ocupa la mitad del proceso, que principalmente es la fabricación,  presenta menor valor añadido que la que pertenece a los extremos donde se encuentra la logística, el diseño, el I+D, es decir,  los intangibles que mayor valor aportan.

Ante esta situación China quiere  hacer más cosas de alto valor por sí misma y se está esforzando  por aumentar el contenido nacional de sus exportaciones, con cierto éxito. Ahora China tiene otras razones para querer introducir cadenas de suministro dentro de sus fronteras. Las restricciones estadounidenses a la exportación de componentes tecnológicos críticos han demostrado lo vulnerable que es la dependencia de China de las cadenas de suministro mundiales.

China ha estado haciendo un esfuerzo sistemático para construir sus propias industrias de alta tecnología y depender menos de componentes importados, para ello ha implementado la iniciativa Made in China 2025, utilizando  una variedad de herramientas de política industrial con inversión gubernamental, adquisición de propiedad intelectual, subsidios y directivas para las empresas estatales. El objetivo es bastante claro,  que China alcance el 70% de autosuficiencia industrial para el año 2025.

China ya se está desglobalizando a un ritmo rápido. El crecimiento de las importaciones de productos manufactureros de China está disminuyendo más rápidamente que el crecimiento económico general a medida que el país también desacelera su crecimiento.

Un mundo de cadenas de suministro nacionales autónomas, probablemente será menos eficiente y más peligroso que un mundo de producción internacional distribuida. Como mínimo, la tendencia amenaza con aumentar los precios para los consumidores.

Jorge López es analista de XTB

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