La soledad del presidente en funciones

12/08/2019

Josep M. Orta.

Pedro Sánchez quiere gobernar con su programa, un programa fuertemente centrista con guiños a la izquierda y reclama a unos y a otros que le regalen sus votos. Supongo que es consciente que con 123 diputados no se puede afrontar una legislatura y de momento sólo ha conseguido el respaldo de un diputado.

Curiosamente destina a sus posibles aliados toda clase de improperios, desde descalificaciones humillantes hasta ofertas para cederles “ministerios floreros” sin apenas competencias. Es natural que los podemitas rechacen estos planteamientos. Con otros votos que también le son necesarios para lograr una mayoría parlamentaria ni siquiera pretende hablar con ellos, son unos apestados separatistas a los que ha puesto líneas rojas protectoras.

Es de suponer que Sánchez sabe que sus votantes se inclinan mayoritariamente por un pacto de izquierdas y por una política progresista, sin embargo reclama una y otra vez el apoyo tanto de populares como de ciudadanos. Los primeros, por educación o por cortesía, están dispuestos a atender la convocatoria presidencial pero ya han anunciado que su voto será negativo. Los segundos también han explicado que con el presidente en funciones no tienen nada que hablar, que su postura es clara y que ni siquiera acudirán a la cita.

Aún en supuesto que finalmente lograra la investidura, ¿Cómo piensa gobernar, mediante decretos leyes? ¿Cómo piensa aprobar los presupuestos? Evidentemente superar el trámite parlamentario sólo sería pasar el primer escollo de los muchos que tendría que afrontar desde una gran debilidad parlamentaria.

Las encuestas recientes prácticamente repiten el mapa político actual. La solución en las democracias occidentales pasa por coaliciones de gobierno. No se trata de hacer dos gobiernos en uno si no de redactar un programa común que permita fijar unos objetivos concretos. Eso evidentemente es otorgar parcelas de poder a otros partidos y parece que es precisamente lo que no parecen estar dispuestos los socialistas.

Las razones de estado que reclama Pedro Sánchez para lograr su investidura no son más que el interés de su partido para tener las manos libres para hacer y deshacer. Las otras fuerzas, también con un respaldo importante de votos aunque no siempre se traduzcan en diputados, también tienen sus “razones de estado” para negarle el apoyo.

El presidente en funciones se ha tomado unas vacaciones que le pueden ser muy útiles para meditar. Quizás le atraigan unas nuevas elecciones que posiblemente sólo servirían para aplazar el problema, pero quizás se imponga el sentido común y adquiera conciencia de que para poder gobernar necesita unos apoyos que para conseguirlos ha de ceder parcelas de poder y pactar un programa común. Si no seguirá con la soledad de sus 123 diputados y posiblemente defraudando a sus millones de electores.

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