Zampabollos

12/09/2019

Luis Díez.

Sus señorías parlamentarias han vuelto de palabra, obra e intención a donde solían. Y después de las largas vacaciones reglamentadas nos han ofrecido un espectáculo ya viejo y conocido. La novedad quizá sea la barba del líder del PP Pablo Casado. El bello facial le acerca a su correligionario Abascal (ambos fueron criados a los pechos políticos de la procesada Esperanza Aguirre, aunque de su perro Pecas se ocupaba la también crecidita Isa Díaz Ayuso), y le diferencia (la barba) del divino impaciente Albert Rivera.

Quitando esos detalles, los presidentes de los partidos de la derecha no han cambiado nada. Casado ha retomado el ejercicio de introducir el dedo en la laringe del jefe del Gobierno para ver si vomita sobre el indulto a los independentistas una vez que, en llegado octubre, el Supremo dicte sentencia. Pero nada. Solo espumarajos. Y Rivera, más de lo mismo: hay que aplicarles de una vez el 155 y dejarles ayunos de autonomía. El presidente Joquín Torra es un sinvergüeza al que no vale pedir lealtad constitucional.

Cumplido el trámite en fecha tan señalada como la diada catalana, había interés en conocer la vibración entre el presidente en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el resultado no pudo ser peor: se repelen. “Sentémonos a negociar”, le dijo Iglesias. “Le vuelvo a tender la mano”, reiteró. El del PSOE, que es mejor mozo aunque más elemental, se dijo: tú la tiendes a ver qué te llevas, cabroncete. Y desdeñó la invitación.

Sánchez contestó al menguante populista de la coleta que si tiene “algo nuevo” que plantear que no sea el gobierno de coalición convoque la mesa de negociación, esa que después de dos reuniones ha acabado como empezó: en el mismo sitio y sin acuerdo alguno. Fue curioso el cinismo del mozo: “Yo no quiero elecciones; después de cuatro convocatorias en un mes que ganó el PSOE –generales, municipales, autonómicas y europeas–, nosotros somos los únicos a los que menos interesan las elecciones”. Eso dijo contra los pronósticos del druida Tezanos.

¡Por Júpiter si son raros estos jichos!, exclamaban compungidos los podémicos y los que no pueden sin el Podemos que ya impidió por dos veces la investidura de Sánchez: una cuando prefirió a Mariano Rajoy antes que al dúo Sánchez-Rivera, y otra cuando desdeñó el gobierno de coalición en respuesta al veto a su persona. Lógico. Ahora Sánchez reunirá a los barones territoriales y veremos si la coletilla de su réplica a Iglesias –“lo vamos a intentar hasta el final”– tiene algún fundamento.

De momento sólo podemos apelar al aforismo de Machado –“toda espera es espera de seguir esperando”– y puesto que han vuelto a la arena parlamentaria, preguntarnos hasta cuando van a seguir cobrando por conducir los mismos problemas a los consabidos callejones sin salida de toda la vida. A corto plazo, hasta el 23 del corriente, según la Constitución, y a medio y largo plazo, hasta que se pudran. Tenía razón la mujer que interrumpió el pleno del Ayuntamiento de Móstoles (Madrid) para denunciar el nepotismo de la alcaldesa del PSOE cuando gritó: “¡Zampabollos!”

El grito es extensible.

 

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