Estaban las cosas bien hasta media tarde. Parecía que la Cámara de Representantes votaría hoy mismo la ley que permitirá elevar el techo de deuda en Estados Unidos, pero no. La votación se ha retrasado ante la previsible falta de apoyos que iba a obtener. La iniciativa era de los republicanos y ni siquiera iba a encontrar apoyo mayoritario entre sus filas, así que ahí andan, buscando desesperadamente apoyo entre las filas demócratas, que tildan la propuesta de cortoplacista e insuficiente.

Pueden imaginar con esta pequeña introducción cuál ha sido el sesgo de la sesión. Alzas al principio, apoyadas también en un buen dato de paro, hasta que la evidencia se hizo patente y las cosas comenzaron a torcerse. Y se torcieron tanto que perdieron todo lo ganado en el inicio y algo más. Pasaron de la euforia a la depresión en cuestión de minutos y todo por creer en los políticos.

Ya ven. Da lo mismo del país que hablemos. En todas partes cuecen habas y parece que por kilos. Nunca el oficio de político había estado tan desprestigiado y eso lleva un peligro implícito que los propios políticos parecen obviar. O son unos inconscientes o, sencillamente, son retrasados mentales. Juegan con fuego y cuando terminen quemándose encima nos echarán la culpa a los pobres mortales.

En fin, que no hay remedio. A la hora de escribir estas líneas, los republicanos confiaban en conseguir apoyos suficientes para una votación a última hora de la noche americana. Lo peor es que todos siguen (seguimos) confiando en que habrá acuerdo finalmente y se solventará la situación, pero solo de pensar en la posibilidad de que Estados Unidos diga aquello de «no puedo pagar» me recorren escalofríos por todo el cuerpo.

Al mercado también parece que le dan algunos escalofríos y, de momento, ha optado por el muy americano «wait and see». El Dow ha perdido un 0,51%, el S&P 500 un 0,32% y el Nasdaq ha conseguido una mínima ganancia del 0,05%. Si la votación sale adelante, estos números quedarán en anécdota, pero si no hay votación o la misma resulta negativa, el rojo va a teñir los mercados con inusitada fuerza. Crucemos los dedos.