Fraude electoral

15/09/2019

Josep M. Orta.

Muchos españoles tienen todo el derecho de sentirse timados. Votaron el pasado 28 de abril para dotar un Gobierno en España. Es cierto que los electores se han de decidir por una papeleta sin matices, blanco o negro, cuando la política es el arte de los matices y todos tenemos ramalazos de izquierdas y de derechas. Sin embargo a la hora de votar no podemos matizar nuestra ideología y hemos de apostar todo a una papeleta.

Son las actuales reglas del juego y mientras no se cambien se ha de torear con ellas. El resultado fue el que fue y en un país plural si extrapolamos los resultados vemos que los españoles dieron a los electos varias opciones para formar gobierno y todas ellas con el PSOE como principal protagonista para elegir pareja de baile.

La que parecía primera opción era un pacto PSOE-UP con el respaldo de las fuerzas que avalaron la pasada moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa. Una segunda opción, que también configura una mayoría estable era un pacto PSOE con Ciudadanos. También permitía la gobernabilidad un acuerdo entre los socialistas y los populares. Y puestos a apurar posibilidades incluso cabía un gobierno de concentración.

Pedro Sánchez no se puede quejar del abanico de posibilidades que le ofrecieron los españoles para poder gobernar, en cambio parece que ha elegido la única que no recibió el mandato de las urnas: gobernar sólo con sus 123 diputados o convocar elecciones. Parece que el presidente en funciones defiende que no se puede mancillar su programa de gobierno con cesiones a terceros. Es la filosofía que se atrevió a exponer la diputada del Parlamento de Catalunya Eva Granados que apuntó que no se puede preguntar al pueblo sobre cosas importantes (“no han de ser los ciudadanos quienes decidan una cuestión como la autodeterminación”, fueron sus palabras exactas).

La actitud de los socialistas ha sido poco ejemplar. Su apuesta por convocar nuevas elecciones, salvo sorpresas, no variará significativamente el mapa electoral y los problemas de Pedro Sánchez seguirán siendo los mismos. Pero esto puede ser una anécdota ante el desprecio que han mostrado con el resultado de las urnas y el mandato que el pueblo español les dio de que con los mimbres que tenían formara un gobierno posible y estable. El no hacerlo no sólo es no respetar la voluntad popular si no que no es exagerado calificar su actitud de fraude electoral.

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