Sánchez gana abstencionistas

03/10/2019

Luis Díez.

No se necesitan las antiparras de corta y media distancia del gran druida Tezanos (director general del CIS) para ver la pócima; parece turbia, empieza a oler a cuerno quemado y vive dios que va a sentar fatal al cliente Pedro Sánchez Pérez-Castejón, que la encargó para fortalecerse el 10 de noviembre. La abstención de los votantes del PSOE se augura excesiva, sobresaliente. La de Podemos, algo menor. Los indignados de antaño se han vuelto los indignantes de hogaño. Los jefes de la llamada izquierda no supieron ni quisieron leer los resultados de marzo. Se han mofado del electorado. Y de momento, el druida Tezanos (también presidente de la Fundación Pablo Iglesias) va descontando votos de los 7,5 millones de papeletas que recibió Sánchez. Las lenguas de doble filo ya hablan de una pérdida por inhibición y desviación de más de millón y medio de electores.

Tampoco es menester ser doctor en Economía para saber que si uno aporta el 30% del capital de la empresa tiene derecho a pertenecer al consejo de administración y a participar de algún modo en el control y la gestión. Pero esa lógica que hasta el más zoquete entiende ha sido rechazada por el doctor Sánchez con tales ejercicios de laringe y tanta baraja de fórmulas que por un momento parecía que Descartes no existía o estaba equivocado y Pablo Manuel Iglesias Turrión debía entregarle su capital a beneficio de inventario. Cierto es que la tesis propiamente dicha del doctor Sánchez (“Una década de diplomacia económica”), ni siquiera le ha servido para demostrar un mediano conocimiento de la materia y acudir en persona, como hicieron otros mandatarios, o enviar al Rey al funeral de Jacques Chirac, el expresidente de la República de Francia, nuestro principal vecino, socio y partenaire. Lo dicho: un zote.

Al clausurar la legislatura más corta de la democracia (de momento), Sánchez descalificó a sus adversarios (a Casado por “falta de sentido de Estado”, a Rivera por “irresponsable” y a Iglesias por “dogmático”) y les acusó de “bloquear” la formación de gobierno, como si los electores no hubieran puesto en sus manos los instrumentos necesarios para formar el añorado “gobierno progresista” capaz de frenar las desigualdades y de reequilibrar la balanza entre las fuerzas del trabajo y el capital. El “haz que pase” de la campaña del PSOE de Sánchez pasó y nada le impedía gobernar en coalición con Podemos y con el voto a favor del PNV a cambio de algunos traspasos pendientes. No es grande la torpeza cuando la eclipsa el cinismo.

Después de vetar a Iglesias, el político dizque socialista pretende malear la memoria de su propio electorado con un “César o nada”, un falso dilema: “O yo o el bloqueo” y con esa fanfarria añadida: “Ahora España, ahora Gobierno” que le convierten en un personaje ridículo. El asunto es tan penoso, costoso y carente de fundamento que el gran druida Tezanos (también miembro de la Ejecutiva del PSOE) sigue anotando abstencionistas y los fontaneros de La Moncloa se tiran de los pelos en busca de un revulsivo movilizador. Quieren inventar la pólvora (y la gasolina), hurgan en la cuestión catalana, administran el momento de trasladar la momia del dictador desde la basílica de Cuelgamuros al mausoleo de El Pardo, invocan el valor de una institucionalidad (podrida) cuyo significado solo aprecian los que cobran altísimas retribuciones y obtienen suculentas prebendas. En definitiva, votos para la derecha.

Entre tanto avanza el “enfriamiento” de la economía, llega la consiguiente ralentización de la oferta de empleo (casi todo temporal), reaparece el miedo y la contracción del consumo privado, se barruntan más tasas e impuestos para mantener los servicios públicos sin mengua de poltronas de la clase extractiva (“la institucionalidad”, le dicen) y se anuncian nuevas penurias y congelaciones salariales en aras de la competitividad, sin que en la profusión de mítines (de bolsillo) y entrevistas (manidas) a las que someten a un jefe del Ejecutivo (en funciones) visiblemente sobreexplotado se desprenda ninguna preocupación comparable a la presencia de Podemos en el Gobierno. O sea que tranquilos: ni vienen los comunistas ni te quitan la vaca.

 

 

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