Males y remedios

10/10/2019

Hernando F. Calleja.

“Hubo una época en que sufríamos los males sociales; ahora padecemos los remedios” (Friedrich A. Hayek). Cuando veo con desolación en mi propia biblioteca que nunca podré leer todo aquello a lo que todavía no he llegado (tanto más si entro en una librería) suelo refugiarme en la relectura, que es una manera de ir sobre seguro, de no perder el tiempo en descubrir cuando es más fácil solazarse redescubriendo. Y por eso he citado a Hayek, cuyos Fundamentos de la Libertad, me había parado a releer hace unos días.

La cita tiene una aplicación real e inmediata a nuestra circunstancia, entendiendo por ella una campaña electoral en la que los políticos se lanzan por un tobogán de promesas, unas directamente incumplibles, lo que siempre es tranquilizador, pero otras muy fácilmente realizables, aunque sus efectos, a la postre sean desestabilizadores o sencillamente catastróficos.

Los políticos creen en las campañas electorales y creen que la gente es tan fácilmente maleable que una frase más o menos afortunada o un desliz más o menos accidental separan el éxito del fracaso. Soy escéptico en tantas cosas que ni me acuerdo de todas, pero nunca dejaría de serlo en materia electoral. Y menos con unos políticos de tan escasa estatura intelectual y tan exiguo bagaje ético.

Pero no nos dispersemos, que uno, ante el teclado, tiene tendencia a embalarse. Decía mi cita que los males sociales nos aquejaron y conviene decir que también ahora. Cuestiones como el infradesarrollo o las migraciones, son terribles males actuales, aunque a nosotros parezcan no interperlarnos. Nos preocupan más los males sociales menos agudos, aunque más cercanos.

Y, en ambos casos, lo que nos hace sufrir son los remedios a los que se ha llegado, unas veces por imposición y otras por conformidad. A los primeros males a los que me refería, migraciones, infradesarrollo, hambruna… normalmente te les aplica como remedio una guerra.

A los males sociales domésticos, en los países desarrollados, el remedio es el Presupuesto. Sea cual sea el mal, los colectivos activistas lo primero que piden es dinero del común, ya se hable de la violencia contra las mujeres, de la contaminación ambiental, de las pensiones, de los clubes de fútbol o de repoblar los ríos trucheros.

Ese remedio es sobre el que expresaba su temor Hayek, porque el dinero es muy fácil de fabricar, incluso en una Unión Monetaria como la europea, si se encuentra un Mario Draghi, que siempre estará dispuesto a echar leña al fuego. Y eso es porque, aunque la gente tenga la percepción de que se les está engañando con ejercicios piramidales, que transfieren obligaciones a las generaciones venideras, la gente, decía (y por supuesto los políticos venales) sienten un cierto orgullo por haber resuelto un mal social. Ni siquiera sus nietos, que pagarán aquel remedio, se lo echarán en cara, porque entonces serán ellos los que practiquen el mismo curanderismo que sus antecesores.

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