La ley del mínimo esfuerzo

08/11/2019

Maite Vázquez del Río.

Otra vez a votar y vuelta a empezar o, mejor dicho, a continuar. La jornada de reflexión está pensada para los votantes, pero debería ser para los candidatos. Que piensen, que mastiquen y digieran todo lo dicho en campaña. Y sobre todo que mediten hasta agotarse cómo desbloquear la gobernanza de España.

Por lo visto hasta ahora en mítines, debates a cinco de todos los staff hasta los presidenciales, la situación de este 10-N no difiere mucho de lo que había en las elecciones de abril. Que nos pidan ir a votar cuantas veces quieran, pero son ellos los que deben mover ficha y desbloquear.

Por lo que repiten una y otra vez incluso ahora, en noviembre, hay más bloqueo que en abril y así mal van y por peor camino nos llevan. Resulta que ahora en el PP dicen que Vox llevará al PSOE a gobernar; en Unidas Podemos, que el PSOE gobernará gracias a PP, Cs y Vox; en Vox, Cs y PP que hay que echar a Sánchez de La Moncloa y el PSOE de Sánchez que no pueden gobernar porque PP y Cs no se abstienen y Unidas Podemos sólo quiere cargos. Y vuelta a empezar.

Pero Sánchez también recuerda que si no gobierna con los resultados de abril, en los que el PSOE sacó 123 diputados es porque no quiso el apoyo de los nacionalistas. El PP no olvida que si Rajoy dejó de gobernar fue porque los nacionalistas apoyaron a Sánchez. Y ahí se quedan.

Se olvidan todos que el conflicto catalán ha ido a más. Ahora los independentistas, sus cachorros violentos, toman las calles cuando les viene en gana. Y su dirigente Torra abre investigaciones a los Mossos por su violencia, obviando los adoquines, los más de tres millones de euros en mobiliario urbano quemado, los cortes de carreteras, cierres de aeropuerto, interrupción de trenes y metro, parálisis en la educación y la división cada vez más profunda entre catalanes y el divorcio que se acerca a la nulidad entre independentistas y españoles. El caldo de cultivo de fuerzas como Vox, que solo piensan en la mano dura para volver a introducir el orden.

Y también se olvidan de la situación económica que mes a mes va a peor, en el aumento del paro, en la caída de la actividad en las empresas, en las alarmas sobre el futuro del sistema de pensiones públicas… en definitiva en lo que realmente nos importa a los que nos obligan a votar una y otra vez para seguir en el atolladero.

Nuestros políticos no se escuchan. Ahora que ya son imposibles las mayorías absolutas no saben cómo gestionar ese nuevo escenario político, que sólo les importa a ellos. Los que votamos queremos políticas que nos eviten males mayores y mejoren la situación actual. Ellos sólo buscan quién dormirá en La Moncloa con un colchón nuevo. De ahí que sea imposible que se escuchen, que negocien, que pacten y acuerden. Lo que hay por delante es mucho más serio que un partido y un puñado de 350 políticos.

En la clase política se ha asentado la ley del mínimo esfuerzo. O se habla con mis condiciones previas o no se habla; o se negocia sobre lo que yo quiero o no se negocia; o se me dan estos cargos y competencias o no hay nada que hacer. La izquierda ha vuelto a las disputas como en el siglo XX. Enemigos para siempre. Y la derecha, por más partidos que aparezcan tienen bien aprendida la lección que elecciones tras elecciones les ha ofrecido gratis la izquierda: mejor juntos contra los que queman iglesias.

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