Los 52 diputados de VOX han hecho correr mucha tinta y protagonizado no pocas tertulias pero en realidad su papel en el futuro Congreso es irrelevante (lo que no quiere decir que lo sea en la calle).

Cabe suponer que Pedro Sánchez logrará finalmente la investidura y que los hasta ahora “apestados” y desde hace unos días “codiciados” 13 votos de los separatistas de ERC lo posibilitarán, aunque unos y otros lo acepten tapándose la nariz. También es de esperar que en los pactos que se están negociando estos días no se limiten a la sesión de investidura de manera que el próximo presidente logre articular una mayoría estable que le permita gobernar con una cierta comodidad.

Ello hace que la influencia parlamentaria de los diputados de la tercera fuerza del país será casi nula. El escenario recuerda al papel que ha desempeñado Ciudadanos en el Parlament catalán donde logró ser la fuerza más votada y es la primera fuerza parlamentaria. Su papel a lo largo de la legislatura ha sido irrelevante y sus diputados se han dedicado a torpedear la acción parlamentaria hasta convertirse en los bufones de la Cámara. Eso sí, sus constantes denuncias ante los tribunales han contribuido poderosamente en judicializar la vida política.

La dirección de VOX es consciente del papel que deberán jugar sus parlamentarios en el Congreso, por una parte tratar de convertir los debates parlamentarios en un circo, caso que el/la presidenta de la Cámara se lo permita. Por otra ya han anunciado que se convertirán en grandes clientes del Tribunal Constitucional para torpedear las acciones del futuro gobierno. Es evidente que no pretenden ganar votaciones pero tampoco este es su objetivo por que su actuación no pretende convencer al resto de diputados si no que sus actitudes hagan mucho ruido en la calle. Incluso no sería descartable que aprovecharan el altavoz que les da la Cámara para presentar una moción de censura, aunque no tuviera ninguna posibilidad de prosperar.

Lo que sí servirá la presencia de VOX en el Congreso es para forzar a populares y ciudadanos en definir su espacio político, bien radicalizándose por la derecha o tratándose abrir al espacio de centro.

En cualquier caso el futuro de la legislatura no dependerá tanto del papel de la oposición si no de la habilidad que tenga Pedro Sánchez para consolidar la heterogénea mayoría que le permitirá acceder a la presidencia del Gobierno. Y aunar los deseos de al menos de cuatro formaciones (PSOE, Podemos, ERC y PNV) puede ser una tarea complicada. Y siempre que ERC finalmente opte por la abstención (que en estos momentos no está nada claro).