La farsa más encantadora de Europa

06/12/2019

Miguel Ángel Valero. "No existe una ciudad que lleve tan bien sus encantadoras contradicciones", porque en Londres conviven el más estricto clasicismo y la modernidad más rabiosa y radical, muestra el libro de viajes editado por Tintablanca, escrito por Raquel Peláez e ilustrado por Inma Serrano.

En pleno Brexit, hay que echarle mucho valor para editar un libro de viajes sobre Londres. Tintablanca lo ha hecho, en una cuidadísima edición (el papel es todo un lujo), de la mano de la periodista y escritora Raquel Peláez y de la ilustradora Inma Serrano. Se nota que las dos autoras han vivido años en lo que Raquel Peláez describe como «la farsa más encantadora de Europa» (página 24). «Una ciudad que pese a su circunspecta pinta externa de señor con bombín tiene un corazón salvaje e ingobernable» (página 151).

El libro de viajes, porque no es una guía al uso, señala que «Reino Unido es una nación obsesionada, como España, con la idea de haber sido un imperio», y que «Londres es la ciudad que recuerda de modo permanente ese episodio traumático» (página 63).

Recomienda, especialmente, ir al pub The Mayflower, en Rotherhithe. No sólo porque lleva en pie desde el año 1500. Sobre todo, porque «desde sus ventanas traseras y rodeado de tiburones de las finanzas se disfruta el Támesis arrastrado hacia el mar del Norte la memoria de la ciudad» (página 104).

Un río, por cierto, que ha sufrido una radical transformación. En 1878 un crucero fluvial naufragó en el Támesis: murieron 600 pasajeros, pero no ahogados, sino envenenados por la toxicidad de sus aguas. En 1957, el Natural History Museum lo declaró biológicamente muerto. Ahora, con la Gran Barrera de Londres (ideada por el ingeniero Charles Draper) impidiendo las hasta entonces frecuentes inundaciones, el Támesis es el río urbano más limpio de la Europa de la que el Reino Unido se quiere separar.

Raquel Peláez nos desvela la capital donde aún crecen en Palm House palmeras tropicales tamaño XXL importadas por la reina Victoria, la inventora del ‘merchandising’ con objetos vinculados a la monarquía: puso a la venta postales en las que figuraba con su marido, el príncipe Alberto. La protagonista del reinado más prolongado del Reino Unido (de 1837 a 1901), sólo superado por el de su tataranieta Isabel II, la monarca actual, fue también ‘inventora’ de los baños de masas: se dio cuenta de que las visitas a ciudades industriales y a barrios obreros le granjeaban la simpatía del pueblo.

También cuenta que Ladi Dy se escapaba del palacio junto a sus hijos para comer una hambuguesa en el McDonald’s de Kensington High Street.

Londres es una ciudad en la que imaginar a una melancólica Virgina Woolf pasear junto a  las fieras del primer zoloógico del mundo, trasladadas desde la Torre de Londres. O a ver en un picnic con el que sus habitantes celebran el milagro de un domingo soleado (algo extraordinario entre tanta lluvia y niebla) a Lay Di, George Michael, Phil Collins, Adele o The Beatles.

Raquel Peláez y las ilustraciones de Inma Serrano combinan vida y paisaje, historia y crónica, paseos y personajes  para mostrar la cuna del protocolo y de la puntualidad, pero también de la agitación y de la modernidad, del té con leche al punk. Un Londres fascinante, único y diferente. «No existe una ciudad que lleven tan bien sus encantadoras contradicciones», porque en Londres conviven el más estricto clasicismo y la modernidad más rabiosa y radical.

Describen una ciudad en constante movimientos, donde suenan los sonetos de Shakespeare, el sueño imperial de la reina Victoria, la Revolución Industrial, la resistencia a las bombas nazis, en definitiva su capacidad de renacer de sus propias cenizas. Y un Londres que se desdobla en cientos de acentos, pero en el que todos se entienden.

Un Londres que cuenta, desde 1990, con el Hotel Russell, conocido como el «té con leche» (sacrosanta costumbre británica donde las haya) por su inmenso exterior de arcilla decorada con franjas blancas. Tiene un restaurante igual al que se sumergió junto al Titanic, ya que fue diseñado por Charles Fitzroy Doll, el mismo arquitecto que decoró el famoso transatlántico. O el Tavistock Hotel, donde hay que todavía ve a la cantante Amy Winehouse (ya fallecida) en su enorme bolera.

O el cementerio de Highgate, construido en 1839, y cuyo principal reclamo era disfrutar durante toda la eternidad de las mejores vistas de Londres. Desde Parliament Hill, la panorámica es tan bella que está protegida por ley. Otros visitan el cementerio, sobre todo, porque allí está enterrado, bajo el lema «Trabajadores del mundo, uníos», Karl Marx.

O el Liberty, que lleva el apellido de un empresario capaz de traerse de la India a 42 artesanos para recrear en su establecimiento un poblado de aquellas tierras allende los mares que fueron parte del Imperio británico. El edificio de Arthur Lasenby Liberty es famoso también por su aspecto de posada medieval y, sobre todo, por haber sido construido con la madera de dos buques de guerra de finales del siglo XIX.

Una nueva identidad para cada ciudad

Londres se suma a Tintablanca, el sueño hecho realidad de César Hernández y Manuel Mateo Pérez de crear libros de viajes que desvelaran el alma de las ciudades, con su cuaderno de notas, papel arte de gran calidad y encuadernados en tapa dura con telas de algodón orgánico, de forma que cada lugar renace con una nueva identidad, con otra perspectiva.

Tintablanca, un proyecto de Tiempo de Letras, ha publicado ya libros de viajes sobre Londres, París, Nueva York, Madrid, Úbeda, Roma y Berlín.

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