Guía para ser (o no) consejero

06/12/2019

Miguel Ángel Valero. "Ser miembro de un consejo de administración es una actividad de riesgo", afirma "Consejos", una obra coral coordinada por Silvia Leal y editada por Punto Rojo.

Ya en la Introducción, para que quede meridianamente claro: «Aceptar la incorporación al consejo de administración de una sociedad es una decisión muy arriesgada». «Aunque aceptar un consejo sea algo que, a priori, puede resultar muy atractivo, en algunas ocasiones los riesgos que se llegan a asumir no se pueden compensar con la retribución percibida», añade. Es el mensaje de «Consejos», una obra coral coordinada por la experta en estrategia digital Silvia Leal con la colaboración de Eva Levy (ExcellentSearch) y el periodista Juanma Romero, y en la que participan José Luis Moreno Casas (EY Abogados), Antonio Serrano (Spatanhack), Andrés Dulanto (Bracken), Marieta del Rivero (Seeliger & Conde), Pierre Nadelar y Francisco Blanco (Instituto BME),  Samuel Pimentel (Ackermann Beaumont Group), Julio Rodríguez Díaz, Ami Bondía, Pablo Montoliu (AON), Juan Carlos Cubeiro (Right Management),Jorge Urrea, Manuel Bermejo (The Family Business Advisory Board), Josep Piqué, María Millán (Suma Consulting, Carlos Losada y Mario Lara (ESADE), Gabriela Uriarte (CEOE) y Ana Plaza.

Junto a esa advertencia, un dato: en los años 40 del siglo XX una empresa desaparecía a los 75 años, la vida media de un ser humano en Occidente. En 2018, la vigencia de un proyecto empresarial no supera los 15 años. En España está en los 12 años. El 52% de las empresas que formaban parte del índice Fortune 500 en el año 2000 han desaparecido. Y  Start-up Spain pronostica que el 90% de las compañías creadas en 2017 no sobrevivirán a 2020.

Algunos de los autores de «Consejos», editada por Punto Rojo, insisten en esa idea de que ser consejero no es una bicoca o un chollo. Así, José Luis Moreno Casas: «ser miembro de un consejo de administración es una actividad de riesgo». Porque «no es necesaria una gestión malintencionada para incurrir en riesgo o responsabilidad», y porque «la comisión por omisión está considerada delito».

Un buen consejo de administración es aquel que logra convertirse en «un círculo virtuoso de respeto, confianza y sinceridad», señala Samuel Pimentel, que cita a Amparo Moraleda, veterana en estas lides: «el deber del consejero es cuestionar constructivamente las decisiones y los proyectos que la alta dirección de la compañía somete a revisión y aprobación del consejo».

El empresario Julio Rodríguez Díaz pone el foco en unas de las capacidades que debe tener un consejero: la escucha y la pregunta. «Escuchar es la acción clave para entender, y no hay escucha ni comprensión sin atención. Oír es un proceso físico, escuchar es un proceso mental», explica. «Para captar toda la información es necesario prestar atención al máximo», añade.

«Un buen consejero ha de ser una persona con una genuina vocacion de seguir aprendiendo de los demás. Para ello, es fundamental que sepa despertar la reflexión, y esto se logra preguntando», razona. «Debe saber hacer preguntas inteligentes, ha de ser capaz de retar de manera positiva y constructiva los planteamientos que realiza el área más ejecutiva de la organización y los otros miembros del consejo», remarca.

Pero hay más: «No siempre es fácil levantar la mano cuando uno tiene una opinión distinta a la del resto. Ser capaces de defender las ideas propias cuando éstas no satisfacen a todos requiere algo más que valentía, precisa, sobre todo, una buena capacidad de comunicación».

«Aconsejar es ayudar a alguien a ver una misma situación desde todos los puntos de vista, a considerar todas las posibles opciones, a decidir cuál es la mejor alternativa posible», insiste este experto. «Un consejero no le dice a quien aconseja qué es lo que tiene que hacer«, subraya.

Lo urgente y lo importante

Juanma Romero destaca la importancia de la estrategia a largo plazo: «la empresa, por regla general, se centra en lo urgente, que es lo que ocurre hoy mismo, y se olvida de lo importante, que es lo que ocurrirá en unos años«.

«Hay que asumir que el consejo no siempre va a aceptar nuestras propuestas y que, en ocasiones, aunque estemos seguros de estar en posesión de la verdad absoluta, vamos a perder la batalla. Pero no se trata solo de una batalla, sino de ganar la guerra», recalca.

Juan Carlos Cubeiro se sitúa en esa línea, citando al general MacArthur: «Todo el fracaso de la humanidad se resume en dos palabras: demasiado tarde». En su opinión, «si los consejeros solo atienden a lo que ya ha pasado, y no examinan las causas de lo que va a pasar, ponen a la empresa en serio riesgo«.

¿Todavía cree que ser consejero de una empresa es un chollo?

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