Valonia, la región del sur Bélgica, es una zona rica en paisajes, costumbres y tradiciones que se encuentra situada en pleno corazón de Europa. Sus cinco provincias convierten a este destino en un plan perfecto para organizar viajes cortos, pero repletos de atractivos. ¿Te apetece organizar una escapada? Aquí te damos las principales pistas para exprimir Valonia.

Jambes Bridge crossing the river Meuse as it passes through the city of Namur in the Wallonia Region southern Belgium

Namur, la capital. Es la urbe valona que más tiempo requiere para ser explorada. La Ciudadela de Namur y sus siete kilómetros de túneles subterráneos conforman una de las fortalezas más grandes de Europa. Los ríos Mosa y Sambre confluyen en la capital de la región y permiten realizar muchas actividades acuáticas, como kayak. También es posible la navegación de pequeños cruceros. Uno de los referentes de la gastronomía belga, las patatas fritas, fueron inventadas aquí, según cuenta una antigua leyenda. En el invierno del siglo XVIII, los habitantes de esta ciudad decidieron cortar trozos de patata en forma de pescado y freírlos, hecho que dio lugar un ingrediente delicioso para todos los paladares y esencial de la cultura culinaria belga y valona.

Lieja, una urbe fronteriza. Es una ciudad llena de contrastes. Por un lado, alberga una arquitectura fascinante, como la que muestra la moderna estación de trenes de Lieja (estación de Guillemins), obra del arquitecto español Santiago Calatrava. Otras piezas arquitectónicas imprescindibles son el palacio de los Príncipes Obispos o la Real Ópera de Valonia. Aunque Lieja se ha adaptado a los cambios del nuevo milenio, conserva un centro histórico en el que destacan numerosos edificios antiguos y algunos prestigiosos museos.

Waterloo, marcada por la historia. Es la metrópoli mundialmente conocida por ser testigo de la derrota de Napoleón en 1815. Esta fecha marca la proyección turística de la ciudad, que en muchos de sus rincones rinde homenaje a la batalla que se libró más de dos siglos atrás. Uno de los enclaves más conocidos es el Memorial Waterloo 1815, un museo que con sus atracciones hace revivir la batalla final que Napoleón perdió contra Wellington. A pocos kilómetros se ubica la colina del León, una estatua emblemática que simboliza la victoria. El centro de Waterloo también es una zona ideal para los amantes de shopping y cuenta con más de setecientas tiendas para ir de compras.

Durbuy, entre castillos. Se trata de una de las ciudades más pequeña del mundo: solo se necesitan cinco minutos para caminar de una punta a punta, aunque cuenta con suficientes actividades para pasar unos días allí. Se puede visitar el jardín de Topiario, que tiene más de doscientas esculturas de plantas diferentes con formas de elefante, cocodrilo o sirenas, entre otros. Para los amantes de la naturaleza, se pueden hacer caminatas en la zona de las Ardenas y disfrutar de un día en familia, ya que Durbuy tiene su propio parque de aventuras en el medio del bosque.

Durbuy – parc des Topiaires

Mons, el referente cultural. Destaca por sus museos de arte, ciencia e historia. Uno de los más destacados es el Mundaneum, un excepcional centro de archivo y espacio de exhibición, conocido por albergar doce millones de registros bibliográficos. El hecho más curioso es que sus documentos se extenderían hasta seis kilómetros si se colocaran uno al lado del otro. Además, Mons también tiene un tesoro local reconocido por la UNESCO: la fiesta del Dodou. Durante los meses de mayo y junio en esta festividad se celebran tradiciones que se mantienen vivas desde el siglo VII, como el ritual de la batalla del dragón: se dice la persona que consiga un cabello de dragón durante la lucha, tendrá suerte para los próximos doce meses.

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