La contradicción es la única manera de acertar

13/12/2019

diarioabierto.es. La Fundación José Manuel Lara, Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla logran en "Tierra negra con alas" una monumental antología de la poesía de vanguardia en América Latina, que será la obra de referencia para estudiar esa época.

«Toda antología es obra de conciliación». La frase de Louis Aragon aparece en la monumental «Tierra con alas. Antología de la poesía vanguardista latinoamericana», realizada por Juan Manuel Bonet y por Juan Bonilla, y editada por la Fundación José Manuel Lara. Y resume muy bien el espíritu de esta obra, donde en un millar de apretadas páginas, se recogn 825 poemas de 190 poetas, tras una selección inicial que superaba los 300 autores.

También aparece una idea de César Vallejo, uno de los autores más importantes en la poesía vanguardista de Latinoamérica: «para ser moderno, lo primero que ha de hacer un poema es no pretender serlo, porque la modernidad del poema siempre la va a dictar el futuro, es decir, el momento lejano en que, a solas, el poema podrá -o no- mantener su actualidad».

Pero el mensaje central de esta antología, y también de la poesía vanguardista, es el de Marinetti, que cita a Nietzsche al proclamar que «contradecirse es vivir», y el de los futuristas rusos, «contradecirse es la única manera de acertar».El futurismo llevó esa contradicción al máximo: la retórica artística vanguardista, incluso revolucionaria, iba paradójicamente ligada a un comportamiento político conservador, cayendo en el fascismo (Marinetti, Giménez Caballero, entre otros). En el caso latinoamericano, hubo autores que terminaron siendo partidarios de dictadores como Pinochet o Somoza, o de Stalin.

El problema es que las vanguardias, como acertadamente señala Mariátegui, derribaron un icono (en el caso de Latinoamérica, el modernismo y sobre todo Rubén Darío) para sustituirlo con otro. No en vano la parodia es la manera más adecuada de reconocer que se admira algo.

Lo más impactante de esta antología es comprobar cómo se transmiten de forma casi simultánea en toda América Latina todos los movimientos de vanguardia procedentes de Europa. Y en esa transmisión juegan un papel fundamental las publicaciones de poesía. En cada país había siempre alguna que era la referencia. Y el poeta que lograba publicar allí se coloca en el mapa.

Al mismo tiempo, París es el Edén, el «denominador común» que contagia a todos los autores el virus de la vanguardia, como destaca Bonet. Éste resalta también cómo esos poetas se fijaron también en las artes plásticas, publicaron en grabado en madera y estuvieron tentados por el «caligrama» y el «poema visual», así como por la música.

Esta obra de referencia sobre las vanguardias en América Latina muestra, por un lado, el protagonismo en ellas de Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, Pablo Neruda o César Vallejo. Pero además de estos «capitanes generales», como los describe Bonilla, «por debajo había muchas voces que merecían ser escuchadas y rescatadas del suelo». p

Por otro, la eclosión de movimientos y aportaciones que renovaron por completo la poesía latinoamericana: el ultraísmo en Argentina, el estridentismo en México, el indigenismo en Perú, el runrunismo en Chile, entre otros. Los autores de la antología insiste en que la vangardia fue «una época, más que un movimiento», que nació de la necesidad de acabar con «los cisnes y claros de luna» del modernismo y de Rubén Darío, «el padre al que había que matar».

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