Quien dijera que agosto iba a ser tranquilo, se ha equivocado totalmente. Este miércoles las Bolsas del Viejo Continente han vivido uno de sus peores días, similares a algunas de las sesiones que tuvieron lugar cuando la crisis económica se hizo evidente en Europa, en los primeros meses de 2008. Los mercados han dejado de acosar a la deuda soberana de los países de la zona euro y ahora son sus mercados bursátiles los que van de volatilidad en rumor y de incertidumbre en caída. Una vez más, las agencias estadounidenses Moody’s, S&P y Ficth han estado por medio.

Los rumores siguen en aumento. La economía italiana lleva todas las papeletas de recaer y aquellas medidas más de cara a la galería que para solucionar los problemas que dirigió Berlusconi en el Parlamento italiano piden ser materializadas. Es urgente. Se lo ha dicho la Comisión Europea y el BCE y todo apunta a que la próxima semana habrá un consejo de ministros extraordinario en el que se aumentarán impuestos (a la segunda vivienda, rendimientos financieros y patrimonio), se diseñará un plan de privatizaciones y hasta se «tocará» la edad de jubilación, el sistema de asistencia y hasta el seguro de invalidez.

Lo grave es que los problemas de Italia han empezado ya a contagiar a Francia, cuyo índice bursátil, el CAC 40 ha marcado la senda de pérdidas para el resto de los parqués europeos a lo largo de toda la sesión. ¿Por qué? La razón es muy sencilla, la exposición de la banca francesa con Italia asciende nada más y nada menos que a 410.000 millones de euros, según datos del Banco Internacional de Pagos, que también concreta que en el caso de Alemania su exposición con Italia es de 165.000 millones.

Además, algunas entidades financieras galas tienen relación directa con bancos italianos. Así, BNP Paribas y Crédit Agricole tienen como filiales a Banca Nazionale del Lavoro y Cariparma. Exposición y relaciones financieras llevaron a que Société Générale llegara a ver caer sus acciones hasta el 15,93%, aunque al cierre de la sesión se dejó un 14,64%; Crédit Agricole, que llegó a perder hasta un 15,76%, finalmente tomó algo de oxígeno y su caída fue del 11,81% y BNP Paribas retrocedió hasta un 12,30%, pero al cierre de la jornada sus pérdidas fueron del 9,47%. El índice parisino se dejó en la sesión un 5,45%, cuatro décimas menos que el Ibex español.

En España, aunque las pérdidas fueron generalizadas entre la gran mayoría de las cotizadas, los bancos también fueron los que se llevaron la peor parte. Encabezó la lista de pérdidas del grupo bancario, Santander, con un -8,33%, seguido por el BBVA (-7,783%), Banco Popular (-6,74%) y Bankinter (-5,53%), también retrocedieron un 4,50% las acciones del Banco Sabadell y un 3,10% los títulos de Caixabank.

Por su parte Alemania, cuyo índice bursátil (DAX) retrocedió un 5,13%, Commerzbank perdió un 7,73% y Deutsche Bank, un 7,42%. En Reino Unido, el FTSE perdió un 3,05%, destacando el retroceso del 8,70%& de Barclays o el 5,28% de HSBC.

El la Bolsa de Milán, sin embargo, los títulos de Intesa Sanpaolo y Unicredit bajaban un 4 y un 3,5% porque los mercados sí creen que las entidades italianas pueden financiarse.

Junto a estos rumores, a primera hora de la tarde surgió otro nuevo para complicar aún más las cosas. Se hablaba de que las agencias de calificación podrían rebajar la nota de la deuda soberana francesa, lo que agravó más la situación, hasta que Moody’s, S&P y Fitch ratificaron la triple A con perspectiva estable, pero cuando se conoció ya era demasiado tarde y no dio tiempo a reaccionar porque apenas si faltaba media hora para el cierre de las Bolsas. Tampoco contribuyó la apertura a la baja de Wall Street, que a media sesión ya perdía un 4% porque la decisión de la Fed de dejar los tipos muy bajos por miedo a una recesión no parece haber convencido a nadie.