Las derechas ‘flatus vocis’

05/01/2020

Luis Díez.

Ni España se rompe ni la Constitución se quiebra, dijo Pedro Sánchez, por haber convencido a ERC de que facilite su investidura como presidente del Gobierno para los próximos cuatro años. El acuerdo entre la centenaria ERC de Oriol Junqueras (todavía en prisión) y el PSOE de Sánchez, los dos partidos políticos que ganaron las elecciones del 10 de noviembre en Cataluña y en el resto de España, respectivamente, abre la vía del diálogo para superar la confrontación territorial y devuelve al terreno de juego político el balón que Rajoy lanzó al palco judicial.

Este fue el eje del debate de investidura de Sánchez que concluirá en la segunda votación, el martes, 7 de enero. Las derechas echaron los restos para evitar el acuerdo con ERC, del que, por otra parte, los independentistas de derechas catalanes (la antigua Convergencia) no han querido saber nada. El recurso del PP, Vox y C’s a la Junta Electoral Central para meter palos en la rueda con la inhabilitación del president Torra como diputado catalán y la de Junqueras como eurodiputado demuestra hasta qué punto están dispuestos a perseverar en la podredumbre judicial y carcelaria.

Atrapados en sus contradicciones, los representantes de la derecha echaron las muelas en el debate contra el traidor Sánchez, al que insultaron hasta hartarse y acusaron de caer en manos de los independentistas catalanes lo que equivale a entregarse a los enemigos de España, incluido el moro Almanzor. Un desastre. Aunque ellos que tanto aman a España podrían facilitar el gobierno con su abstención, como quería el gallego Alberto Núñez Feijó. Pero eso jamás. Y lo demás tampoco.

Tamaña incoherencia convirtió en flatus vocis los denuestos del inefable Casado contra Sánchez (también contra los republicanos catalanes y, por supuesto, contra los comunistas y populistas bolivarianos de Podemos). “Cabalga a lomos de un tigre que le va a devorar”, fue la metáfora más bonita que el de Palencia dedicó al de Pozuelo durante la confrontación dialéctica. El también cachorro de Esperanza Aguirre y jefe de la ultraderecha empleó su turno de treinta minutos en reclamar la cárcel para el presidente de la “región catalana” y en demostrar sus tortuosas lecturas históricas, tal los libros de don Cierva, amén de anunciar salidas a la calle (no concretó si a pie o a caballo) por la unidad de España.

Sánchez se esforzó en rebajar la crispación por la que se deslizaba Casado. Ofreció diálogo, a él y a Inés Arrimadas (la revoltosa jefa en funciones de C’s) sobre los temas de Estado y los asuntos que afectan a la vida de los ciudadanos y defendió los acuerdos con ERC, el PNV, el BNG y Nueva Canaria, además del pacto de gobierno con Pablo Iglesias, recordando que el PSOE ha ganado las cinco elecciones convocadas el último año. Quiere decirse, sin exagerar, que los españoles confían en los socialistas y desean ser gobernados por individuos competentes y progresistas. “España no se rompe, lo que se rompió tiempo atrás es la derecha”, remarcó con la mirada puesta en Casado.

Al margen de la respuesta a los insultos de la ultraderecha y de la derecha extema, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, describió la situación con la fábula del vasco Samaniego sobre los ratones atemorizados por el gato cruel y bien alimentado (no necesitaba matar para comer). Los ratones, hartos de las fechorías del gato se reunieron en asamblea y uno propuso colocar un cascabel al gato para oírle llegar y escapar a tiempo (no se refería a Puigdemon). “Pues bien, nosotros le hemos puesto el cascabel”, concluyó.

Ya es sabido que en la primera votación Sánchez no obtendrá la mayoría absoluta (176 votos favorables) y que deberá esperar al martes para, con la abstención de ERC, contar más papeletas a favor que en contra. El amor a la indisoluble unidad de España debería, si fuera cierto cierto y sentido, animar a los jichos de la derecha (con perdón de Arrimadas) a felicitar a Sánchez (y a Junqueras) por haber metido una cuña en el bloque independentista catalán, alejando la temida quiebra territorial y reconduciendo el conflicto político a la mesa del diálogo. No lo harán porque la donde falta coherencia el churrero vende besugos y el pescadero churros.

 

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