Hacer posible lo imposible

13/01/2020

Josep M. Orta.

Pedro Sánchez ya tiene gobierno. Son muchos los que le auguran un futuro negro y poniendo las dificultades que se le plantean argumentos no les faltan.

Por una parte cuenta con una mayoría parlamentaria muy exigua que le fuerza a realizar un sobreesfuerzo de negociación para atar los votos de los diputados que le han respaldado en la investidura.

El recién estrenado gobierno de coalición puede plantear como prometen algunos no pocos problemas de entendimiento por lo que hará falta embadurnarlo con buenas dosis de vaselina.

Tendrá que lidiar con una oposición poco democrática (para ser amables) que no acepta el resultado de las elecciones y que tratará de ganar en los tribunales o en la calle (de momento con poco éxito) lo que le negaron las urnas.

También tiene un grave problema con la justicia, cuyos altos cargos se dedican últimamente a interpretar políticamente las leyes y a designar cargos afines a la hora de renovar los cargos, por lo que necesitará mucha mano izquierda y no poca labor de ingeniería para que los tribunales recuperen una cierta confianza de la ciudadanía (como botón de muestra, la operación Judas, en la que detuvieron siete miembros de los Comités de la Defensa de la Republica con un espectacular despliegue policial y una gran parafernalia informativa con filtraciones policiales en los que les acusaban de pertenecer una banda terrorista en Catalunya con material explosivo. Tres meses después todos los detenidos están el libertad bajo fianza y las acusaciones se van diluyendo como un azucarillo. Eso sí, queda el efecto escarmiento y advertencia al mundo independentista). Sin olvidar los posibles reveses que le vengan de los tribunales europeos por el caso catalán.

Tendrá que deshacer -como Penélope y su tejido- no pocas leyes aprobadas en las anteriores legislaturas, desde la reforma laboral hasta la ley mordaza, pasando por una revisión de la ley de la vivienda o los impuestos que le pueden enfrentar con los poderes fácticos.

Evidentemente tendrá que afrontar el problema de Catalunya, con una mesa de negociación en la que las posturas están muy enfrentadas y con la existencia de presos políticos y exiliados (reconocidos internacionalmente y rechazados aquí) para lo que le hará falta no poca mano izquierda para que este diálogo no sea un gran fracaso. Además el problema catalán puede hacer resurgir el aletargado problema vasco…

Está también el eterno problema de la financiación autonómica en la que los agravios están al orden del día y cuya solución pasa por un complicado encaje de bolillos.

Podríamos continuar para evidencia que la tarea de Pedro González es imposible y que tiene todos los números de cosechar un estrepitoso fracaso, Pero precisamente por eso creo que la legislatura no sólo durará si no que será un éxito, entre otras cosas por que todos los protagonistas de esta aventura son conscientes que cualquier estornudo puede hacer caer el castillo de naipes. Como se decía en el 68 en el mayo francés, “seamos realistas, pidamos lo imposible” y esto también lo asevera el mago Pop, que estos días está triunfando en Barcelona con la obra “nada es imposible”.

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