Pese a su enorme extensión, más de cinco veces España, y a ser el país más rico de Asia Central, con inmensas reservas de petróleo, uranio y diversos minerales, Kazajistán es un gran desconocido. Quizá porque está muy poco poblado y lo que predomina es la naturaleza: estepas salvajes, lagos de agua dulce y salada, montañas, cañones los mares Caspio y Aral, dunas y desiertos… Este país tiene enormes posibilidades para los viajeros. Te las descubrimos.

El parque de los lagos. El Parque Nacional de los Lagos de Kolsai y Kaindy se encuentra en la ladera norte de las montañas Tian Shan. Es de los pocos lugares frondosos del país, con prados y bosques, fauna singular y está protegido. El Kaindy es un lago alpino de una longitud de medio kilómetro y casi treinta metros de profundidad, que resulta inquietante con árboles muertos que sobresalen del agua. El lago se formó después de un terremoto en 1911. El bosque de abedules quedó sumergido pero muchos troncos se resisten a caer, conservados por el agua. Los Kolsai son tres lagos azules a diferentes alturas entre laderas de abetos. Se les llama La Perla del Norte. Están rodeados de prados y montañas.

El cañón de mil colores. El cañón de Charyn es uno de los sitios más espectaculares por sus formaciones rocosas de color ocre. Sorprende porque surge en medio de la estepa, aparentemente de la nada. Durante millones de años las aguas del río Charyn, el viento y el sol ha ido esculpiendo un cañón de trescientos metros de profundidad. La grieta se extiende a lo largo de 154 kilómetros, pero la zona más popular y visitada es el llamado valle de los Castillos, llamado así porque sus bloques de piedra recuerdan a las torres de viejas fortalezas. La piedra crea formas fantasiosas y cambia de color a lo largo del día, desde el ocre y el escarlata a los rosas y anaranjados del atardecer.

Reserva de la biosfera.  Aksu-Jabagly es la reserva natural más antigua del país y una de las más visitadas. Su diversidad es enorme, siendo un paraíso para los amantes de la naturaleza. Praderas de tulipanes salvajes rojos, águilas reales, buitres, marmotas rojas, argalíes (muflón asiático), íbices, osos, leopardos de las nieves, linces, lobos, etc. Desde aquí se puede emprender camino a Turkestán, donde se encuentra uno de los monumentos más bellos de Kazajistán, Patrimonio de la Humanidad y principal sitio de peregrinaje del país: el mausoleo de Khoja Ahmad.

Las dunas cantarinas. Se trata de un fenómeno único de la naturaleza en el Parque Nacional de Altyn-Emel. El barján es una duna en forma de media luna que cuando el viento sopla desde el oeste dispersando las arenas, produce un raro sonido: parece que un órgano de tubos está sonando en el corazón del desierto. Es un enigma, pero los científicos suponen que con tiempo seco y caluroso la arena se electrifica debido a la fricción y crea una cierta vibración sónica. Los que alguna vez han oído cantar a los barjanes no lo olvidan. No es el único encanto de este parque: también cuenta con los montes Kakutan, blancos, rojos y ocres con abundantes fósiles, los petroglifos de Terekly, montañas, estepas y desfiladeros con abundancia de agua que recrean unas condiciones inmejorables para el desarrollo de la flora y fauna. Se pueden contemplar casi dos mil especies de plantas, gacelas persas, argalíes, onagros (asno salvaje), ciervos de Bujará, linces y hasta osos pardos.

Una capital futurista. Astaná se alza en plena estepa con una de las arquitecturas más audaces y modernas de Asia. Se ha convertido en uno de los símbolos de Kazajstán del siglo XXI. Destaca por su arquitectura, rascacielos y monumentos, muchos de ellos firmados por destacados arquitectos internacionales.

Más información: www.turismokazajistan.es  y www.eceat.org