El Brexit empuja a la Unión Europea a afrontar una mayor integración fiscal

01/02/2020

Miguel Ángel Valero. La salida del Reino Unido hace " todavía más necesaria una reforma fiscal europea que sirva como catalizador de la maduración estructural e institucional de la Zona Euro que promocionara un crecimiento potencial mayor", insiste Gonzalo de Cadenas-Santiago, director de análisis macroeconómico y financiero del Servicio de Estudios de Mapfre.

El 1 de febrero de 2020 el Reino Unido deja de ser miembro de la Unión Europea (UE). Tras más de cuarenta años juntos, la mayoría de los votantes británicos han decidido que su país no seguirá formando parte de un proyecto que nació con el nombre de Comunidad Económica Europea (CEE).

«Aunque quizás sería más correcto decir que la mayoría de los votantes de Inglaterra y Gales lo han decidido, ya que los votantes de Escocia e Irlanda del Norte hubiesen preferido quedarse. De hecho, una de las muchas cuestiones políticas que quedan en el aire es si el Reino Unido logrará permanecer efectivamente unido tras el Brexit», señala un análisis de DWS, la gestora del grupo Deutsche Bank.

Es el momento de hacer balance y de analizar el comportamiento económico del Reino Unido durante sus cuatro décadas de pertenencia a la UE y la CEE. Los expertos de DWS se fijan en cómo ha evolucionado el Producto Interior Bruto (PIB), el indicador más habitual para medir el bienestar económico de un país.

«Tras registrar ciertas dificultades en los años setenta, la economía británica se ha comportado notablemente bien. Como puede verse en el gráfico, el Reino Unido consiguió alcanzar a Francia en los ochenta, gracias a la implementación de reformas para estimular la oferta, y se puso en cabeza a partir de la década de los noventa. Aunque la comparación con Alemania resulta un poco más complicada, debido a la reunificación, tomar la Alemania unificada como referencia no hace sino subrayar aún más la impresionante trayectoria del Reino Unido», subraya el análisis.

«Desde una perspectiva económica, Bruselas tiene mucho que agradecerle a las autoridades británicas por todo lo que contribuyeron al proyecto europeo en los años previos al Brexit; el mercado único, sin ir más lejos», opinan los expertos de DWS.

«Afortunadamente, aún no nos despedimos del todo de nuestros amigos británicos: el Reino Unido seguirá formando parte del mercado único hasta finales de 2020, y puede que incluso después», añade el análisis de la gestora del Deutsche Bank. «Como tema político, es muy posible que el Brexit siga manteniéndonos ocupados durante muchos meses más», pronostica.

Reforma fiscal en Europa

Gonzalo de Cadenas-Santiago, director de análisis macroeconómico y financiero del Servicio de Estudios de Mapfre, señala que “se pone fin a más de 1.300 días de negociaciones para una salida ordenada de Reino Unido». «Se termina con una larga etapa de incertidumbre que ha tenido claros efectos sobre le economía británica, pero se abre otro periodo también muy exigente para diseñar las relaciones comerciales, de seguridad o migratorias de Reino Unido con el resto de países», advierte.

«Los efectos sobre las economías de Reino Unido y de la eurozona (prevemos un débil crecimiento del 1% para ambas en 2020) son todavía inciertos, pero sí parece claro que este hito hace todavía más necesaria una reforma fiscal europea que sirva como catalizador de la maduración estructural e institucional de la Zona Euro que promocionara un crecimiento potencial mayor», insiste Gonzalo de Cadenas-Santiago.

«Al menos, la nueva configuración de las instituciones europeas (Comisión Europea, Consejo Europeo, Banco Central Europeo, etc.) parece eliminar, por lo pronto, dudas sobre la senda institucional futura de la Unión Europea», interpreta el director de análisis macroeconómico y financiero del Servicio de Estudios de Mapfre.

Cuenta atrás de 11 meses

La salida de Reino Unido de la Unión Europea marca el inicio de una cuenta atrás para negociar en apenas once meses las bases de la relación futura, antes de que el 31 de diciembre expire el periodo de transición y británicos y europeos se enfrenten de nuevo al precipicio si para entonces no han logrado un acuerdo.

Reino Unido ya ha perdido su voz y su voto en la toma de decisiones comunes en la UE porque ya no es un Estado miembro, pero seguirá estando sometido a los estándares europeos y a las decisiones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE) al menos hasta que acabe el año.

A cambio, ni los ciudadanos ni las empresas notarán apenas cambios inmediatos porque Reino Unido seguirá teniendo acceso al mercado único y a la unión aduanera mientras dure la transición, por lo que podrán moverse con libertad y sin controles mientras se adaptan progresivamente a la nueva situación.

La ausencia británica se empezó a notar en Bruselas hace ya meses, cuando el Reino Unido decidió no presentar candidato británico a ocupar una cartera en el nuevo Colegio de Comisarios y dejó de enviar representante a las reuniones mensuales de ministros europeos.

Ahora, su primer ministro tampoco podrá participar en las cumbres de líderes, sus 73 eurodiputados han tenido que abandonar sus escaños en la Eurocámara aunque tendrán una semana más para vaciar sus oficinas, y los tres jueces británicos en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea han abandonado sus puestos.

La agenda de la transición

La Unión Europea da el primer paso. Y presentará el lunes, 3 de febrero, su propuesta de negociación, con el objetivo de que los Veintisiete perfilen el documento y lo aprueben el 25 de febrero en una reunión de ministros ordinaria.

El Gobierno británico presentará en los próximos días las claves de su posición negociadora. El primer ministro británico Boris Johnson aspira a cerrar un acuerdo de libre comercio antes de que acabe el año porque se niega a contemplar toda opción de prórroga de la transición al Brexit.

Las negociaciones no comenzarán formalmente hasta el 1 de marzo con una decena de mesas sectoriales que se convocarán cada tres semanas aproximadamente. Los cálculos más optimistas hablan de un acuerdo en octubre, con tiempo suficiente para su tramitación y para que su entrada en vigor coincida con el fin de la transición el 31 de diciembre de 2020. Pero casi nadie considera realista ese cálculo.

El objetivo europeo es un acuerdo que aborde la relación económica y comercial, pero también la cooperación en materia de seguridad y defensa y que asegure la gobernanza del pacto.

Bruselas cree que es posible un acuerdo comercial sin cuotas ni aranceles pero solo si hay garantías de que también se reducirán a cero las prácticas desleales. Teme que Londres aproveche el Brexit para alejarse de los estándares europeos en materia social, fiscal y medioambiental e inicie una competencia desleal o se convierta en paraíso fiscal en las mismímas puertas de la Unión Europea.

Por eso la UE pone el foco en las garantías que exigirá al Reino Unido sobre un escrupuloso respeto al principio de igualdad de condiciones.

Entre las cuestiones que la UE quiere resolver cuanto antes está el acceso a las aguas británicas para la flota comunitaria. Londres se resiste pero Bruselas quiere vincular este hecho al comercio de productos pesqueros.

Socio «clave»

El Alto Representante de la UE en Política Exterior, Josep Borrell, deja muy claro que el Reino Unido seguirá siendo un «socio clave» para Europa. La representación diplomática de la Unión Europea estará dirgida por el portugués Joao Vale de Almeida, que reportará directamente a Borrell.

El diplomático portugués trabajará «incansablemente para garantizar una cooperación fácil entre la Unión Europea y Reino Unido», asegura Borrell. «Las instalaciones de la que era la representación de la Comisión en Londres se convertirá en una delegación de la Unión Europea. Las operaciones comienzan hoy, 1 de febrero», precisa en un comunicado.

Además de las responsabilidades tradicionales que tienen las delegaciones en un tercer país, entre las que se encuentran la representación diplomática, labores de coordinación, elaboración de informes y promoción de la UE en el país, tendrá un «papel clave» para garantizar la implementación del Acuerdo de Retirada para el Brexit, subraya Borrell.

«Junto con las embajadas de los Estados miembros de la UE, dará a conocer los derechos de los ciudadanos de la Unión Europea en Reino Unido después del Brexit», explica el Alto Representante de la UE en Política Exterior.

La relación entre Reino Unido y Europa está «arraigada en nuestros valores compartidos y los intereses y parten de la geografía, la historia y los valores anclados en la herencia común europea». Las relaciones económicas, sociales y políticas con Reino Unido «no terminarán» con el Brexit. «Estamos y seguiremos estrechamente vinculados. Nuestro deseo es construir una nueva y ambiciosa relación en comercio, cooperación internacional, aplicación de la ley y justicia criminal, política exterior, seguridad y defensa», insiste Borrell.

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