En las ciudades inteligentes, la diversidad y el conflicto son fuente de oportunidades

11/02/2020

Fernando Díaz Pérez, de IMC Group. Impulsar las ‘Smart Cities’ es clave para el desarrollo local.

Frente al inevitable, y posiblemente necesario, carácter cerrado de la nación, sea esta una realidad estatal o meramente sentimental, el ámbito urbano siempre ha sido el lugar idóneo para forjar identidades abiertas, políticamente solidarias y capaces de compartir la soberanía con perfectos desconocidos. Lo fue en el Peloponeso hace dos milenios bien largos y lo es cada vez más en nuestra época. La vieja expresión de Max Weber, «el aire de la ciudad hace libre», es más cierta que nunca.

En tiempo de dificultad, la tentación de parapetarse tras lo próximo, tras los referentes tradicionales, conocidos y cotidianos, es muy grande. Al fin y al cabo, es verdad que la economía está globalizada pero la experiencia de los ciudadanos sigue siendo fundamentalmente nacional y, eminentemente, local.

La cultura nacional, por lo general, se basa —o al menos lo ha hecho hasta la fecha— en la presunta homogeneidad de los ciudadanos que pueblan el Estado. Pero esta idea, en unas sociedades con un acceso virtualmente ilimitado y creciente a nuevas realidades, que se hacen más diversas y heterogéneas a cada minuto, está completamente fuera de lugar y provoca no pocos problemas. En resumen, las ciudades son identidades abiertas frente a las naciones que tienden a ser lo contrario. Seducen porque en su variedad hay una siempre promesa de nuevas oportunidades, de cambio.

Potenciar el capital humano
Dicho así parece simplemente maravilloso. Pero este contexto impulsa nuevos retos e  insólitas tensiones a estas identidades que compiten entre sí cada día más, y deben, a la vez que lo hacen y precisamente por hacerlo, como si fueran malabaristas de platos chinos, desarrollar modelos de gestión sostenible, mejorar la calidad de vida de unos ciudadanos cada día más exigentes y enfatizar aspectos como la potenciación del capital humano, el uso inteligente de las inversiones, promover la administración electrónica y avanzar en la atención personalizada. Solo por citar algunos retos evidentes.

Las ciudades compiten, como decimos, para ser más atractivas en calidad de vida (esa idea de esquiva definición), en el desarrollo de su industria y servicios y en la captación de turismo e inversiones de valor añadido. Los gobiernos locales juegan un papel clave en este reto. Y precisamente por ello, deben orientar su gestión a lograr una mayor actividad económica y fomentar el crecimiento. Porque sin crecimiento, no nos engañemos, no puede existir progreso. Hay que apoyarse decididamente en las nuevas tecnologías, en la innovación como actitud y en gestión del conocimiento y el talento.

La relevancia de estas corporaciones locales radicará en su capacidad de dar respuesta a las expectativas y necesidades de ciudadanos y empresas. El futuro de la gestión gubernamental urbana requiere, por tanto, crear nuevas posibilidades y hacerlo con la mayor calidad y eficiencia.

Estos gobiernos se enfrentan a viejos retos, y a otros completamente nuevos, que no siempre resultan sencillos ni siquiera de formular. Y no olvidemos que los desafíos solo se convierten en retos cuando se formulan enmarcados en tareas de mayor envergadura. Tareas tales como implementar iniciativas eficaces para incrementar la competitividad, fomentar nuevos modelos de gobernanza transparente en el que participen activamente las empresas, los ciudadanos y las organizaciones civiles y apostar decididamente, no me cansaré de repetirlo, por la transformación digital como vehículo de unas sociedades urbanas cada día mejor informadas e interrelacionadas.

Crear nuevos empleos
En mi opinión, y estoy muy lejos de ser el único que lo cree, fomentar las nuevas tecnologías como elemento clave para la creación de empleo y la dinamización del tejido empresarial urbano, y la adaptación de la vida de las ciudades a una población crecientemente envejecida, resulta absolutamente fundamental. Efectivamente las ciudades son, sobre todo, lugares de identidades abiertas. Lugares donde hay que ser capaces de encontrar denominadores comunes entre los extraños que las poblamos. La diversidad es evidente y crea siempre conflicto. Pero esa misma diversidad y ese conflicto serán, para aquellas ciudades que sean capaces de verlo, claros portadores de oportunidades y de progreso.

 

Fernando Díaz Pérez, directivo en IMC Group.

Fernando Díaz Pérez es director del área de Sector Público de IMC Group (@IMCGroup_), firma proveedora de servicios, soluciones y productos de tecnología y consultoría. Presentes en Europa y Latinoamérica, con más de 200 profesionales, IMC Group ayuda a sus clientes a optimizar sus sistemas de información y, por ende, sus organizaciones.

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