Las cuentas de la Nueva Economía

14/02/2020

Miguel Ángel Valero. El exito de empresas como Apple, Google, Facebook o Amazon reside en "su capacidad para saber monetizar su producción de datos, su incesante dominio publicitario, su habilidad para saber crear y distribuir contenidos", según el profesor José María Gay de Liébana.

José María Gay de Liébana, proefsor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona, muestra en «Revolución tecnológica y Nueva Economía» (Deusto, 255 páginas, con prólogo de Daniel Lacalle) cómo la irrupción de las grandes tecnológicas transforma de arriba abajo los balances y las cuentas de resultados, cómo se hace necesaria una profunda revisión del las viejas categorías contables, los activos y los pasivos, la manera de concebir los ingresos y los gastos, y la forma de obtener excedentes.

Aunque el libro tiene como subtítulo «Todos los secretos contables de Apple, Google, Facebook y Amazon al descubierto», que nadie espere encontrar en esta obra una sola crítica a estos monstruos de la era de la economía disruptiva.

El primer mensaje que lanza Gay de Liébana es que «la tecnología nos da poder a los consumidores» (página 12). El segundo, que «sólo hay que invertir en aquellos activos en los que uno realmente entienda dónde y cómo está poniendo su dinero, que comprenda fácilmente su funcionamiento» (página 28).

En este sentido, esta obra ayuda a comprender, a través de la contabilidad, cómo es el negocio y de dónde sale el beneficio de estas megaempresas tecnológicas. El propio Gay de Liébana lo muestra en la página 69: «su capacidad para saber monetizar su producción de datos, su incesante dominio publicitario, su habilidad para saber crear y distribuir contenidos».

Pero también en la frecuencia de una práctica, la recompra de acciones, que ya empieza a ser utilizada en España (lo ha hecho Liberbank y lo estudia Bankia, entre otras entidades). «Se retiran del mercado acciones, para luego amortizarlas y reducir la cifra del capital social, y el número de acciones vivas en circulación se reduce, con lo cual quienes resistan como titulares de las acciones verán cómo se revalorizan sus títulos tanto a través de los dividendos como por la vía de las mejoras que se produzcan en los capitales propios de la empresa al disminuir el número de acciones y de accionistas», explica el autor en la página 141.

Y en la inversión en I+D. Según Gay de Liébana (página 154), Alphabet, la cabecera del entramado de Google, destina a esta partida el 15% de sus ventas, 21.419 millones de dólares, 1,5 veces más que el total que en España se coloca para este concepto.

Pero hay más explicaciones contables al éxito de la economía disruptiva. Por ejemplo, «esa predilección de las grandes tecnológicas por acumular saldos consistentes en tesorería» (páginas 156 y 157). Para el autor, se trata de un «arma crucial» que se puede usar «en cualquier instante» transacciones como la compra de otras empresas, «encarar ventajosamente oportunidades de negocio», o «asegurar la financiación de costosos y largos proyectos» sin necesidad de recurrir al endeudamiento financiero.

Pero el secreto del éxito de estas empresas está en el fracaso. Por eso, este tipo de grupos suele florecer en EEUU, «patria de titanes, tierra de pioneros», según Gay de Liébana, porque allí «el fracaso no es más que un tropiezo instructivo en el trayecto» (página 161).

En la misma dirección, «lo importante no es volar alto, sino saber mantener el vuelo a la altura óptima para seguir surcando los cielos en busca de otros parajes, sabiendo aguantar al llegar a la cima, manteniendo el equlibrio al estar arriba» (página 164).

Estas empresas triunfan porque «son extensivas y van ampliando el espectro de sus actividades de acuerdo con su estrategia, extendiéndose como una mancha de petróleo, lentamente, pasito a pasito» (página 177).

Al mismo tiempo, en la obra muestra este profesor algunas de las deficiencias de España. Como que no funcione el llamado ‘ascensor social’, ya que «quienes descienden de familias humildes necesitan hasta cuatro generaciones para aspirar a ser clase media». Y aporta un dato muy relevador: el 69% de los hijos de padres con estudios superiores va a la Universidad; en cambio, el 56% de hijos con padres cuya formación no alcanza el segundo ciclo de enseñanza secundaria se queda con un bajo nivel educativo y no escala socialmente (página 104).

 

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